Aclaración.
Este es un universo alternativo donde no hay poderes ni nada de eso. Por lo que los personajes no siguen ninguna línea a los sucesos del MCU, salvo un suceso en la vida de Tony.
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Tony amasó una fortuna con la venta de armas. Revolucionó la industria con sus creaciones, hizo crecer su imperio y su ego a niveles impresionantes y peligrosos. Se revolcó en los placeres más bajos y exóticos del mundo y se convirtió exactamente en lo que la mala prensa decía de él: en un multimillonario como cualquier otro que solo se interesaba por sí mismo y sus bienes.
Tony era un ser humano despreciable, pero su ego era demasiado enorme para poder ver eso y mucho menos para escuchar las palabras de su fiel secretaria Pepper, su guardaespaldas Happy y de su amigo Rhodey.
Pero, como todo en la vida sube, tarde que temprano tiene que bajar. Y así fue después de que su mayor socio y mano derecha Obadiah insistiera en que hiciera una presentación de armas para la milicia cerca de una zona de guerra. Fue su perdición: Tony vio morir a un montón de hombres en el afán de protegerlo, y no siendo eso suficiente, él fue herido por una de sus propias creaciones, dejándolo al borde de la muerte.
Estuvo secuestrado durante casi un año. Lo torturaron y lo obligaron a trabajar aún con su brazo derecho totalmente inutilizado. Para cuando Tony escapó, era un simple desecho despojado de su grandeza y de su trono. Le llevó meses poder volver a su país, y no de las maneras más legales y limpias. Incluso para entrar a la vieja mansión en Nueva York, tuvo que hacerlo a hurtadillas como si fuera un vil ladrón. Sin embargo, fue sorprendido en el acto por alguien y recibió una paliza antes de poder decir que era el dueño.
—¡BASTA! —gritó Tony, estando de rodillas y con su frente pegada al suelo—. Esta es mi casa —musitó derrotado, casi al borde del llanto.
Tony ya no podía sentirse más humillado. La tortura lo había debilitado, sumado al trabajo forzado y la pesada carga emocional de saberse asesino de un montón de hombres y gente inocente. Sin un brazo y con casi nada de dignidad, Tony ya no podía mantenerse en pie. Estaba derrotado, con un gran deseo de morir, preguntándose cómo es que fue capaz de seguir los pasos de su padre y usar sus recursos e intelecto para algo tan podrido y sucio como lo era la guerra. No podía sentir odio, solo una profunda desesperanza y agonía por la crueldad de la que había sido testigo.
Allí en el suelo, hecho un ovillo, Tony se derrumbó complemente. Ni siquiera fue capaz de pensar en la persona que lo acababa de golpear, la cuál seguramente pensaba que era patético. Solo se dedicó a llorar sin importar nada.
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Al abrir sus ojos, Tony saltó del lugar en el que estaba tumbado y asustado miró alrededor. Su corazón retumbó en sus oídos hasta que pasados varios minutos, encontró que estaba en un lugar seguro. Ese poster del Capitán América en la puerta de la habitación lo decía todo. Estaba en su antiguo hogar, en su propia habitación.
El genio se dejó caer al suelo en medio de un suspiro. Se sintió asquerosamente debil, y adolorido, tanto que no pudo seguir en pie.
Unos suaves golpes a su puerta llamaron su atención. La puerta se abrió con suavidad y una mujer rubia entró.
—¿Señor Stark? —musitó la mujer.
Tony no la miró, pero tampoco reaccionó a su llamado. Él ya no era más un Stark. Era nada.
—¿Tony?
Fue allí que Tony reaccionó. Levantó su cabeza hacia la mujer, y ni siquiera alcanzó a mirarla porque sus ojos ya estaban nublados con lágrimas. Sus emociones se removieron como un poderoso avispero.
