Episodio 3

43 7 4
                                    

La Bestia.


Han pasado tres días desde que Mocka me prohibió salir, solo se ha concentrado en limpiar mis heridas estoy llena de hematomas, rasguños y la que más nos preocupaba es la herida en mi estómago que, para nuestra sorpresa, se ha curado con una velocidad vertiginosa casi inquietante.

Es un hombre un poco excéntrico, es serio, distante y en ocasiones parece tener conflictos mentales sobre algunas preguntas que le hago, una noche saca un álbum de fotos en las que solo aparezco yo en un rango de edad de los 7 a los 21 años.

—Este álbum es nuestra promesa, —explica con su pulcra camisa de botones bien planchada y abotonada hasta arriba— cuando éramos pequeños juramos estar juntos por siempre, así que hicimos dos colecciones de fotos de nosotros mismos y las intercambiamos, —Suspira mirando las fotos nostálgico— así tendríamos un pedacito del otro en donde sea que estuviéramos.

Pero a pesar de eso lo que más me pone nerviosa es su increíble desconocimiento sobre mí, de casi todas las preguntas que hago casi siempre dice que desde niña yo no era demasiado abierta sobre mis cosas, que no me gustaban las preguntas personales y siempre parecía esconder cosas.

Es como encontrarse con un muro conciso cada vez.

Estoy sentada viendo el canal de caricaturas ese día cuando él llega, no puedo saber qué hora del día es a menos que salga en el noticiero porque aquí no hay ventanas, solo la puerta de la que ha salido Mocka y yo no puedo ponerme de pie sin que los puntos amenacen con soltarse.

Mocka entra con un nuevo conjunto de pantalones negros planchados con corbata a juego, una camisa manga larga gris plomo y una bandeja de comida.

Siempre trae cosas que me encantan, es una de las pocas evidencias que tengo de que sí somos amigos porque sabe cuál es mi comida favorita, el color que más me gusta, el tipo de ropa que uso, los gestos que hago e incluso en qué lado de la cama me gusta dormir.

—¿Cómo te sientes?

—Bien, ya no duele tanto solo pica, —me encojo de hombros dentro de mi nuevo suéter de lana rosa— ¿pensaste lo que te pedí?

Mocka suspira agotado en respuesta.

Ayer le pedí que me dejara salir a encontrar respuestas pero él insiste en que es peligroso, que estoy débil y que me harán daño pero necesito saber algo no puedo quedarme aquí para siempre.

—Arise no es un juego, estás lastimada —señala con una mirada severa.

—Pero tengo que saber, cada segundo que pasa cualquier pista podría desaparecer.

—Entiendo lo que dices pero ahora todo ha cambiado todo el mundo te busca y reconoce tu cara,—Alza un poco la voz viéndome desde arriba inclemente— entiende que esta vez puedes irte y nunca regresar.

—¡Pero es mi vida y creo que yo debería tomar la decisión de si regreso o no! —grito afligida perdiendo el control.

—¡No si eso significa perderte! —grita con las manos hechas puños, el estruendo de su voz es como un gruñido que me hace sentir que hay algo animal en él, Mocka nota el temor en mis ojos y deja ir la tensión con un suspiro antes de sentarse en la cama—. Por favor entiende que ya te perdí una vez, no pienso hacerlo dos veces.

Mete un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—Necesito esto Mocka, necesito saber que no soy lo que dice la televisión.

Me abraza con cuidado de no lastimarme y es como si el monstruo que tiene en su interior afilara sus garras para protegerme del exterior. Se siente cálido.

Almas Perdidas #PTR2024Where stories live. Discover now