• 2. Sé quién eres •

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Luca no entendía por qué Olivia se había ido corriendo. Se suponía que quería verlo, entonces, ¿por qué huía de él?

¿Acaso había dicho algo malo...?

La conocía lo suficiente para saber que hoy había algo raro en ella, sólo que aún no era capaz de descifrar qué.

Decidió que más tarde la buscaría para hablar con ella, pero por el momento tenía que sacar sus libros del casillero antes de que las clases iniciaran, así que, como todos los días, se acercó para colocar su contraseña y abrió la puerta.

En cuanto lo hizo, un papel rosado cayó a sus pies.

Se agachó para levantarlo mientras trataba de recordar cuándo guardó eso en sus cosas. Tal vez lo puso entre las hojas de un libro por equivocación o alguien más lo hizo por error. Estaba intentando de hallar una explicación cuando se dio cuenta de que no era una hoja al azar, sino que era un sobre, pero tampoco era cualquier sobre, era uno que tenía escrito su nombre.

Luca, plasmado con una caligrafía curva y fina en tinta roja. Alrededor del nombre habían dibujado corazones e incluso espolvorearon los espacios vacíos con una pizca de brillantina rosada.

Quien sea que lo hubiera hecho, se notaba que había invertido mucho tiempo en ello.

Miro a los lados, creyendo que la persona responsable estaría escondida en algún rincón de los pasillos aguardando por su reacción, pero no había nadie que lo estuviera observando. No había nadie cerca que estuviera listo para decirle que todo era una broma o que se había confundido de casillero y que en realidad el sobre estaba destinado a otro Luca.

Supuso que, por más raro que pudiera parecerle, sí era para él.

Con cuidado de no romper el sobre, despegó la mitad del sello de cera que lo mantenía cerrado y de su interior sacó una hoja blanca. Cuando la desdobló, lo primero que llamó su atención fue la letra. En los primeros párrafos, los trazos eran rectos y firmes, tan calculados que parecían haber sido hechos con un molde. Sin embargo, conforme las palabras continuaban, el estilo de letra empezaba a cambiar. Cada letra adquirió una personalidad, mostrando rasgos tan distintivos que permitirían reconocer esa letra entre mil.

Lo segundo que más le interesó fue la marca de labial que formaba la silueta de unos labios. Era un tono muy particular, un rosa con tintes rojizos. Estaba seguro de haber visto ese color exacto en algún lugar, o en alguien...

Se detuvo a apreciar cada detalle en busca de una pista, aunque al instante se percató de que eso no sería necesario. No, no necesitaba ninguna pista cuando cada centímetro de la carta estaba gritando la respuesta.

No podía ser casualidad que Luca conociera a alguien cuya letra era demasiado similar a esa. Tampoco podía ser una coincidencia que esa misma persona tuviera una obsesión con el rosa, tanto que era el único color con el que pintaba sus labios.

Además, había visto a esa persona cerca de su casillero hace pocos minutos. Y ese alguien había escapado a toda velocidad tras haberla visto.

Todas sus sospechas apuntaban a una única opción.

Olivia había escrito la carta.

Luca sonrió sin apartar la mirada de la hoja, pensando en que sólo existían dos posibilidades:

1) Olivia quería ser descubierta, por eso dejó pistas tan obvias.

2) Olivia subestimaba lo mucho que Luca la conocía y creyó que no se daría cuenta.

Cualquiera que fuera la realidad, estaba más que dispuesto a descifrarlo.

Cualquiera que fuera la realidad, estaba más que dispuesto a descifrarlo

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