CAPÍTULO 8( PARTE I)

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Desde su posición en el sofá, Lilian observó con disimulo la conversación entre madre e hijo

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Desde su posición en el sofá, Lilian observó con disimulo la conversación entre madre e hijo. Ellos intercambiaron palabras en voz baja en el rincón más alejado de la sala de música, y después la dama se aferró al brazo del hijo y ambos caminaron en su dirección. Cuando estaban llegando hasta donde los demás hablaban, lady Arabella entre risas palmeó con afecto el brazo del caballero antes de soltarlo y regresar a su sitio junto a Felicity, donde miró a todos con una sonrisa expectante.

Rochester tomó asiento en una butaca ubicada a la izquierda de Lilian, pues era la única libre, y apenas le dedicó una mirada de soslayo. Ella creyó que retomaría su mal comportamiento previo, pero éste parecía abstraído y apenas intervino en las conversaciones de los demás. Lilian supuso que tendría ya la mente puesta en lo que sucedería en unas horas, y que solo estaba buscando una excusa elegante para poder marcharse del lugar.

Como ni Georgiana, ni ella, tenían el mínimo oído musical, se salvaron de tener que pasar un bochorno al tener que ejecutar un instrumento. Aunque de todos modos lo pasaron, cuando su padre comentó que si sus hijas menores decidían dar un concierto, los animales de los alrededores huirian despavoridos, y la temporada de caza sería un fracaso. Todos rieron divertidos, y ella solo deseó que la tierra se la tragara.

Despues su madre obligó a Felicity a cantar y lord Harrow la acompañó en el piano haciendo alarde de un talento bastante aceptable.
Acababan de iniciar la primera interpretación, cuando lord Eric, se disculpó y se retiró del salón. Ella no lo siguió con la vista por temor a delatarse frente a los demás. Tampoco hacía falta, sabía a dónde se dirigía, y esta vez no pensaba desaprovechar la oportunidad que le habían servido en bandeja de plata.
Descubriría qué ocultaban Rochester y el americano, y terminaría con aquel juego.

Después de regresar a su hogar junto a sus padres y hermana, Lilian se retiró a su habitación y en cuanto su doncella personal terminó de asistirla en la rutina nocturna y la dejó sola, se quitó el camisón y se puso con rapidez la ropa masculina de mozo de cuadras que ya había usado anteriormente. Una vez estuvo acostada, trató de dormir en vano, y solo permaneció recostada, esperando a que el reloj avanzará hasta la hora que pretendía salir para ir hasta la cueva de los contrabandistas.

Al final dormitó de manera intermitente, y cuando el reloj dió la hora señalada, se despertó y se sentó en la cama como un resorte. El momento había llegado, por fin sabría con certeza en qué estaban metidos Lord Eric Rochester y el capitán americano.

Se levantó de un salto, apagó la única vela que iluminaba el cuarto, y colocó las almohadas de manera que si alguien abría la puerta, pudiera confundirlas con un cuerpo en reposo. Se puso la capa oscura y la capucha para cubrir su pelo, y tras comprobar que llevará el puñal, tomó los guantes y se escabulló del cuarto.

Como ya conocía el trayecto que debía trazar para cruzar la mansión a oscuras, salió de la casa con facilidad y con sigilo se dirigió hacia donde había dejado atada a su montura. En apenas unos minutos se alejó de las tierras de los Lovelace, sin percatarse de la figura que asomada a una de las ventanas, la observaba alejarse con expresión funesta.

Conquistar a un lord*PRÓXIMAMENTE RETIRADO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora