CAPÍTULO 9(PARTE II)

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El amanecer estaba en su esplendor, cuando ella bajó del caballo, lo guardó en las cuadras y corrió con frenesí a través de la entrada trasera de la mansión. Apurada se precipitó por las escaleras del servicio, rogando que todavía estuviera a tiempo de evitar la hecatombe que se produciría si la condesa de Hampton descubría su escapada nocturna.

La puerta de su habitación estaba abierta y la cruzó dando un traspiés en el umbral temiendo encontrar a su madre esperándola en el interior. Para su alivio, solo estaba su hermana Georgiana sentada bajo la ventana, con un libro grueso encima de sus piernas el cual leía con avidez. El aliento saliendo por su boca con la fuerza de un suspiro de alivio, llamó la atención de la joven quien levantó la cabeza y la miró con el ceño fruncido.

—Llegas tarde.

Lilian no contestó hasta asegurarse de que la puerta estuviese bien cerrada y ella detrás del biombo aseándose con rapidez.

—Diría que llego justo a tiempo—rebatió.

—Ya ha despuntado el sol. Madre aparecerá con un arsenal de doncellas en cualquier momento.

Lilian tomó nota del tono de reproche en su voz, y se encogió de hombros aunque no pudiera verla.

—El asunto se complicó más de lo normal. Lo importante es que ya estoy aquí y ni siquiera una reprimenda de lady Agatha podría empañar mi humor.

—El asunto dices...ese asunto que te hace dejar la seguridad de tu hogar por las noches, exponiéndote a sabe Dios cuantos peligros, y del que te niegas a hablarme. De qué tienes miedo Lily, sabes que sin importar lo que estás haciendo yo te apoyaré.

Lilian salió al cuarto luciendo el camisón y se sentó en la cama, dándole espalda le extendió el cepillo de pelo. Oyó su bufido y luego sintió el peso del cuerpo de su hermana en el colchón de plumas. Las hebras largas de su cabello comenzaron a caer hasta terminar en una gruesa cortina que llegaba hasta su cintura, mientras la otra comenzaba a deshacer los nudos del moño apretado que sus excursiones le obligaban a llevar.

—Ya hablamos de esto Gigi...—suspiró sintiendo alagotamiento haciendo mella en su cuerpo-. Han sido solo unas pocas veces, no me escapo todas las noches.

Georgiana gruñó de un modo muy poco femenino, y pasó el cepillo de manera enérgica.

—Sabes más que nadie, que nunca me opondría a qué mi hermana viva una aventura, pero me preocupa que puedas ponerte en peligro. No me quedo tranquila dejándote ir sola, mientras que yo debo estar aquí fingiendo dormir junto al cuerpo de almohadones que armaste para engañar a nuestra madre. ¿Por qué no puedo ir contigo?

Lilian se volvió a mirarla con calidez en sus ojos azules iguales a los suyos, salvo que en el caso de la mayor, podían verse de una tonalidad verdosa dependiendo de su estado de ánimo, su ropa o el entorno en el que estuviera. El color era el único rasgo que compartían, ya que de las tres hermanas Lovelace, ella era la única que había heredado el parecido a su madre.

Tenía el color de pelo, el porte y la misma complexión delgada de la condesa, no obstante carecía de la belleza brillante de sus rasgos faciales. Su aspecto era bastante común, nariz mediana, ojos rasgados y labios finos. Era alta aunque no tanto como Georgiana, y mucho menos voluptuosa que su hermana mayor, Felicity. Sus curvas eran modestas, en el mejor de los casos, e inexistentes si se miraba en el espejo durante el tiempo suficiente. Al menos su pelo era bonito, con sedosas ondas y de una brillante tonalidad oro claro.

No sabía qué había visto en ella Lord Eric, para haberla besado de esa manera pasional, pero era evidente que se sentía tan atraído como ella por él.

Conquistar a un lord*PRÓXIMAMENTE RETIRADO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora