Lilian Lovelace, siempre ha sido el ejemplo de la dama perfecta. No sabe de escandalos, rebeldía, ni mucho menos travesuras. Ha crecido siendo testigo del sufrimiento que puede causar el perder una buena reputación y se ha esforzado por ser una dign...
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Tiempo después...
El mes de diciembre llegó a los prados de Bristol trayendo alivio para las temperaturas mucho más elevadas que las de dos años atrás, cuando se había producido un extraño fenómeno que había hecho helar en plena época veraniega, en lo que muchos llamaban el año sin verano. El resultado de aquella catástrofe climática, fue la perdida de lo sembrado, y la proliferación de la pobreza y hambruna.
En está ocasión se esperaba que las ganancias de las cosechas fuesen considerablemente mejores y la actividad en el mercado principal de la ciudad, tanto como en el canal y puerto de Bristol era caótica.
Eric y el capitán Weiss, descendieron del carruaje que los había traído desde el puerto, esperando encontrar a su hermano sumergido en su libro de cuentas, puesto que en dos semanas iniciaría el invierno y debía dejar todos los asuntos del marquesado en orden antes de que llegara el receso invernal.
El tiempo que habían estado alejados había sido más de lo previsto, ya que recuperar el dinero que habían perdido cuando el barco del capitán Weiss había explotado con toda la mercancía a bordo, les había supuesto una tarea titánica. Consiguieron el financiamiento necesario para comenzar a fábricar un nuevo barco, pero no el suficiente. La idea de regresar a Inglaterra, no era otra que conseguir por fin que Weiss hiciera un matrimonio con una dama aristocrata que le permitiera hacer las alianzas necesarias para reflotar la compañia.
El americano había perdido la oportunidad de asistir a la temporada corta que se desarrollaba en la capital durante el otoño, por lo que Eric no tenía más alternativa que recurrir a su hermano para que éste, valiéndose de sus conexiones sociales, les ayudara a organizar algunos encuentros con las familias mas importantes de la zona a fin de que pudieran encontrar a una candidata adecuada.
Eric, no sabía si las hermanas Lovelace habían triunfado en Londres como la condesa de Hampton había perjurado harían, y tampoco deseaba descubrirlo. Se temía que lady Lilian ya debía estar casada y no quería lidiar con el nudo de angustia que esa perspectiva provocaba en su estómago. Él le había dicho que olvidara todo lo que había sucedido entre ellos, y esperaba que la joven hubiese tenido el buen tino de obdedecerle. Ella estaba mejor lejos de su persona, pues él no tenía nada bueno que ofrecerle, menos ahora que el negocio con Weiss estaba de nuevo en pañales. Se merecía mucho más.
Estando en América, habían llegado las noticias de que el embarazo de su cuñada estaba muy avanzado, y que el doctor creía que podía dar a luz antes del tiempo previsto. Eric sabía que su hermano estaba muy preocupado por esa situación, y no quiso posponer su regreso a casa, que había sido fijado para después del invierno. Se embarcó rumbo a Inglaterra, y Weiss decidió acompañarlo.
Aún con estos antecedentes, nada lo preparó para la entrañable imagen que los recibió en cuanto traspasaron las puertas, y el mayordomo tras tomar sus capas y sombreros los guío hasta la gran sala principal de la casa.
