CAPÍTULO 15

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—Toca como los dioses—comentó con estusiasmo lady Arabela, que estaba sentada junto a Lilian

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—Toca como los dioses—comentó con estusiasmo lady Arabela, que estaba sentada junto a Lilian.

Ella asintió y se unió a la decena de aplausos, cuando la pieza que estaba ejecutando el músico llegó al final.
De inmediato, le siguió otra melodía, y la bella cantante que debía tener al menos el doble de su edad, comenzó a emitir un canto de sirena que subyugó.

Lilian sentía la mirada de Lord Eric justo en su nuca, pues él se había sentado en la hilera de asientos que seguía a la suya.
A pesar de que trataba de concentrarse en el número, venía a su mente los recuerdos de lo sucedido dos noches atrás, y con rapidez comenzaba a sonrojarse.
No lo había soñado, ellos  habían estado  a solas en la biblioteca y él le había relatado aquella fantástica historia. Lamentablemente al parecer el cansancio había hecho mella en el momento menos indicado, y pasó de estar oyendo la voz profunda de Lord Eric a despertar en su habitación, sintiéndose perdida.

Se acaloró solo de pensar en que el caballero la había llevado a su aposento y la había metido en la cama. Un acto tan íntimo, que ni siquiera recordaba había  hecho su padre, y que le resultaba tan perturbador como prohibido.

En ese momento sus emociones estaban hechas un auténtico lío, no tenía claro si debía sentirse molesta por el hecho de que él se hubiera tomado esas libertades, o agradecida por su caballerosidad.
Al margen de lo mucho que la confundía sus constantes cambios de actitud.

No entendía las acciones del joven y  estaba perdiendo la paciencia. Se había jurado que no mendigaria su cariño ni mucho menos su compañía, y lo había olvidado esa noche en la biblioteca.  No obstante en cuanto despertó, se dijo que no debía permitir que él volviera a enredarla con exóticas historias blasfemas. Los siguientes dos días evitó la presencia del caballero. Se mantuvo en su ala de la mansión, y pidió que le sirvieran allí las comidas, alegando dolor de cabeza.

Así logró recuperar la cordura y la determinación que la mantendría firme para poder seguir con el plan de encontrar a un buen marido. Lo único que lamentaba era que se quedaría con las ganas de conocer el final del relato, y no sabría si aquellos cristianos inocentes habían logrado el milagro de mover a esa montaña.

Lilian lo creía imposible, tan improbable como que el bandido de Bristol y ella terminaran felizmente a casados. Para lograr tamaña hazaña sí que haría falta un verdadero milagro, y ella era incrédula en lo que a Rochester se refería.

Desde primera fila, sentada junto al marqués y a su madre, se reprendió a sí misma y se propuso olvidar la cercanía del caballero y en su lugar dejarse llevar por la música.
Más tranquila se enfocó en la preciosa ejecución que estaba haciendo el pianista, y siguió el movimiento de sus manos con fascinación.
Antes del inicio del concierto, le llamó la atención que el señor Wallace fuera tan alto como el marques de Harrow pero muy espigado. Su nariz era prominente y tenía un brillo melancólico en sus ojos marrones verdosos.
Sus dedos se movían con increíble ligereza sobre las teclas del piano, y ella admiró su talento al igual que todos los presentes.

Conquistar a un lord*PRÓXIMAMENTE RETIRADO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora