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Darien despertó con la respiración entrecortada y un gran rastro de sudor deslizándose por el costado de su rostro. Se sentía desorientado y algo aturdido. Para él era frecuente tener sueños raros e incluso algo aterradores pero esta vez no recordaba qué había soñado ni por qué se sentía de esa manera. Aún así, respiró profundamente y volvió a dejarse caer en sus almohadas.

—¡Darien, baja a desayunar! —escuchó la aguda voz de su hermana.

El chico dejó salir un profundo suspiro mientras se pasaba una mano por la cara. Quitó las cobijas y se sentó en la orilla para estirar todo su cuerpo. A pesar de que se escuchan suaves gotas golpeando contra el cristal, Darien sintió mucho calor. Probablemente estaban a cinco o cuatro grados pero era como si no lo sintiera.

Finalmente se puso de pie para cambiarse la camiseta que estaba completamente mojada y bajó a la cocina. Aún no había una cocina como tal, sólo un montón de cajas, algunos platos y algunos envases de comida rápida.

—Buenos días —saludó su padre— hace rato salí a buscar algo de comer y encontré una cafetería no muy lejos de aquí. Tal vez la próxima vez podríamos ir directamente allá.

Darien saludó con apenas un murmuro y se sentó en el suelo junto a la mesa improvisada. No habían llevado ningún tipo de muebles más que las camas y otro par de cosas. Leonard prefirió que fuera de esa manera ya que no quería seguir discutiendo con su ahora ex esposa. Entonces le dijo que se podía quedar con todas las cosas de la casa, pero sus cosas personales y de los niños, se lo llevaría todo.

El desayuno fue bastante silencioso y tranquilo. Con Leonard hablando sobre los planes que tenía para el día. Sin embargo, Darien podía notar lo nervioso y ansioso que parecía su padre. Tal vez sólo necesitaba un poco de tiempo a solas para relajarse.

—Estaba pensando en salir con Amy a dar una vuelta para conocer el lugar. Aún hay una semana de vacaciones antes de que comiencen las clases, pero podríamos ver cómo es la escuela a la que iremos.

Leonard miró a su hijo y le sonrió agradecido.

—¿Quieres ir a dar una vuelta con tu hermano? —le preguntó a su hija.

La niña miró a Darien con una sonrisa y asintió.

—Si.

—De acuerdo. Pero no vayan demasiado lejos y llamen si ocurre algo. También podrían traer algo de comer más tarde.

—Por supuesto.

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