1. Pequeño olvido

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¡Hola! Participando de la ChestappenWeek, aquí traigo esto, es pequeñito y espero que sí entre en el tema Omega/Primeros Padres. La verdad, dudé de esto porque es la primera vez que escribo hombres embarazados o dando a luz e intenté algo más divertido que ese fanfic que están subiendo de Patito bebé está muy triste. Y nada, ojalá les guste.


— Uno, dos tres, respira mi amor, respira.

La cara de Max era un poema. Trataba de que Checo mantuviera la calma, pero ni siquiera él era capaz de hacerlo. Sólo le bastó el grito de su esposo para saber que el mayor de sus temores y la más grande sus alegrías estaba a punto de suceder: nacería su hijo.


Corría por toda la planta alta de la casa, escuchando las quejas de Sergio en el recibidor. Iba y venía de un lado a otro haciendo la lista en voz alta.


— Pañalera, cobija, ropa del bebé, ropa de Checo, billetera, llaves, Checo...


— ¡Emiliaaaaaan! — el quejido se hizo más alto y tuvo que bajar las escaleras de dos en dos para ahorrar tiempo — ¡Te lo dije hace dos meses! ¡Una cosa tenías que hacer, Emilian! ¡Una, puta madre! — el insulto en español le hizo saber al neerlandés que estaba en apuros.

— Ya, mi amor, vámonos, una, dos tres, respira. Le envié mensaje a Carlos, papá nos alcanzará con mi ropa — el tiempo no le dio para prepararse. Checo, tan metido en su dolor, tuvo tiempo para dirigirle la mirada más letal de la que era capaz. Lo único que no necesitaba era tener a Jos Verstappen en la sala del hospital, ese hombre lo odiaba cada día más.


Max abrió la puerta aún con ambas manos ocupadas y cerró inmediatamente para subir todo al coche.


— Pañalera, cobija, ropa del bebé, ropa de Checo, billetera, llaves, Checo... — repitió mientras encendía el coche y, haciendo gala del gran piloto que era,  arrancó sin mucho más. Si alguien hubiera visto al rubio conducir ese día pensarían que estaba luchando encarnizadamente por el campeonato.


— ¡Llegamos! Ya llegamos—- la sala del hospital privado estaba lleno de pilotos de F1 impacientes. Max sintió que los brazos se le caían, dejando a un lado todo lo que llevaba y respiraba.


— Max...


— ¿Dónde está el doctor? Ya debería estar aquí — empezó a balbucear sin hacer caso de Carlos, estaba por tener un hijo.


—Max.


— ¿Alguien lo ha visto?


— ¡MAX! —  el grito del español sonó en todo el pasillo.


— ¿QUÉ?


— ¿DÓNDE ESTÁ CHECO?


— ¿EH? — volteó atrás con la lista en la cabeza — Pañalera, cobija, ropa del bebé, ropa de Checo, billetera, llaves, Checo... Checo... ¡¿CHECO?!


— ¿Lo olvidaste, idiota? — preguntó Alonso abriendo los ojos tanto como podía.


— ¡Imbécil! — añadió George sin poder creerlo.


Max se dio la vuelta para correr a casa, pero si alguien le hubiera dicho lo que estaba a punto de ver no lo habría creído.


— Creo que olvidaste algo, muchacho — soltó su padre, tan tieso como un militar en orden de firmes mientras escoltaba a Checo hasta el lugar. Los pilotos se apresuraron a llamar a las enfermeras y médicos para atender al mexicano, que estaba rojo de ira y dolor.


— Ya... Ya... Ya hablaré contigo... Emilian — dijo entre dientes pasando a su lado. Pero ya no pudo decir nada sobre el distraído de su esposo, un grito provocado por la contracción pauso la muerte del muchacho.


— Ya te alcanzo mi amor.. — sabía que le gritarían bastante en el quirófano, quizás Sergio ya no querría embarazarse otra vez. Podía sentir el odio en sus ojos y en sus palabras.


Sintió una palmada en la espalda antes de arrancar detrás de él. Su padre sonrió — Es de familia, yo también olvidé a tu madre cuando ibas a nacer... — le dirigió una mirada delicada a Checo y después a él —  Max, sé un mejor padre que yo.


Miró al hombre con un nudo en la garganta y sólo asintió, sanando un poco de esa infancia dura que tuvo a su lado.


— ¡Me lleva la chin.....! — Max sonrío al escuchar a su esposo maldecir de nuevo en español. No tenía no puta idea de lo que decía pero, en definitiva, sus hijos tendrían que hablar el idioma de su padre — ¡ EMILIAAAAN!


— ¡Voy amor!

FragmentosWhere stories live. Discover now