CAPÍTULO 25 (TORY)

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Tory

Es bastante tarde y Bhiell ya lleva un rato conduciendo.

Miro su bello rostro de perfil, recorriendo su mandíbula con mis ojos. Está concentrado en la carretera, pero sé que nota mi mirada porque sonríe de medio lado.

- ¿Quieres una foto? - Comenta con calma y frunzo el ceño.

- ¿Qué? - Me mira rápido antes de volver los ojos a la carreta y doblar

-Llevas mirándome a cada rato por el camino, por eso te pregunto que si quieres una foto. La puedes poner en tu habitación y así podrías verme todos los días antes de dormir- Pongo los ojos en blanco

-No gracias, tengo suficiente con aguantarte y verte todos los días en la universidad- Enarca las cejas mirándome luego de frenar.

-Así que tú simplemente me aguantas, ¿pudo preguntar por qué? - Ladea la cabeza

-No, no puedes- miro hacia delante viendo el lugar- ¿Dónde se supone que estamos? - Fuera solo logro ver unos pocos árboles y mucho campo.

-Fue una hacienda hace muchos años. Estamos en sus tierras- Lo miro interesada en saber más.

- ¿De quién era?

-Pues según he escuchado era de un señor bastante rico que adoraba los caballos; un hombre solitario. Según sé, no tenía hijos, ni esposa; nadie sabe por qué. Pero cuando murió este sitio se convirtió en un lugar abandonado, nadie lo quiso, la mayoría prefiere la ciudad antes que el campo- Suspiro y unas cuantas preguntas se formulan en mi mente.

¿Por qué el señor era solitario? ¿Nunca se enamoró? ¿Le rompieron el corazón? ¿No podía tener hijos? ¿Murió solo con sus caballos?

Es inevitable preguntarme tantas cosas, porque es la historia de la vida de una persona y esas sencilleces a mí me fascinan. Los lugares abandonados tienen mucho que contar, cuando me encuentro con alguna casa vacía, vieja, o en ruinas, solo puedo pensar en que me encantaría que las paredes pudieran hablar y me contaran sus historias; porque las paredes lo oyen todo, ellas los saben todo.

Vuelvo mi atención a Bhiell

- ¿Por qué estamos aquí? - Bhiell sonríe y abre la puerta del auto para salir.

-Lo descubrirás en un momento- Frunzo el entrecejo y salgo.

No me he puesto los tacones, así que lo primero que siento es la textura y temperatura fría de la hierba. Hoy por suerte no ha sido un día en el que ha bajado mucho la temperatura, pero ya es de madrugada e inevitablemente hace algo más de frialdad.

Mi piel se pone chinita y cruzo mis brazos para intentar sentir un poco de calor.

- ¿Tienes alguna manta o algún paño que podamos utilizar para sentarnos, en el auto? - Pregunta y asiento hacia él.

-Sí, debe haber uno en la parte de atrás; cosas de mi madre que dice que siempre hay que precaver y no sé qué.

Escucho que abre el maletero y busca el paño, pasa por mi lado y lo sigo. Mis pies se sienten entumecidos por el frío de la hierba que me cala.

Extiende la manta, que es bastante grande, en el suelo y deshaciéndose de sus zapatos se sienta sobre ella y hace un gesto con la mano, a su lado, para que yo haga lo mismo.

Mientras me siento sopla un poco de aire y me estremezco cuando lo noto en mis partes íntimas. Joder. El no llevar bragas no es tan genial como imaginaba.

-Recuéstate- Escucho la voz tranquila de Bhiell y hago lo que me dice mientras él imita el gesto.

Nada más que me encuentro tendida y mis ojos se concentran en el hermoso cielo negro, se abren como platos. Estoy impactada.

Cada estrella de tus ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora