1. Mi caos es una vida

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Violeta Hódar

Era medianoche, el día había resultado agotador y el receptor de la radio no dejaba de repetir su nombre

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Era medianoche, el día había resultado agotador y el receptor de la radio no dejaba de repetir su nombre. «Violeta». Se planteó apagar el aparato y dormir. Dioses, necesitaba dormir. ¿Hace cuánto no lo hacía? ¿Tres días? ¿Cuatro? ¿Qué había de malo en dejar las noticias para la mañana? Pero ¿y si era importante? Esa última pregunta le hizo abrir la línea.

Era Natalia. O Nala, como le decían todos los Golden.

Nala ni siquiera dejó que Violeta le preguntara qué sucedió, tan solo soltó la noticia como si la hubiera estado conteniendo por años y aguantarla un poco más la haría explotar.

-Lo tengo.

Así de simple. Dos palabras y todo un cambio detrás de ellas.

¿Lo tenía? ¿De verdad? Su corazón empezó a acelerarse y su respiración, al contrario, se volvió lenta y profunda. ¿Nala lo consiguió? Llevaban meses siguiendo la pista de uno de esos míticos terrario experimentales donde -según los murmullos- se cultivaban plantas de manera natural. La emoción empezó a invadirla de tal manera que, al intentar levantarse de la cama, acabó cayéndose de ella. Sentir el suelo bajo su cuerpo fue vergonzoso; nunca lo diría frente a los demás Golden, pero no pudo evitarlo. ¿Encontrarían peras, sandias, fresas o, si la suerte estaba de su lado, mangos? No había probado uno de esos manjares desde que era niña, y existían días en los que fantaseaba con saborearlos. ¿En cuánto podrían vender las frutas? ¿Mil créditos? ¿Tal vez el triple? Si el lugar resultaba ser real -y deseaba que lo fuera- podrían obtener fácilmente más de un millón de créditos. Esa era toda una fortuna en aquel tiempo. ¡Serían ricos!

La sola idea hizo que se le hiciera agua la boca. No los venderían todos, claro, podrían guardar un par de frutas y...

-Violeta, chica, ¿sigues allí? -preguntó Nala.

Casi había olvidado que hablaba con Nala. ¿Habría escuchado el golpe que se dio?

-¿Eh? Sí, sí, aquí estoy -respondió, levantándose del suelo y dejando caer el receptor en la cama-. ¿Dónde está?

Un largo suspiro resonó al otro lado de la línea. Malas noticias. Se dirigió al viejo mapa colgado en la pared, marcado con las coordenadas de posibles ubicaciones. Sus ojos recorrieron cada uno de los puntos y cruzó los dedos, rezando para no tener que atravesar medio mundo. Eso significaría gastos que los Golden Rush no podían permitirse. No si al final resultaba ser solo un rumor.

No quedaban muchos lugares en los que los gobiernos pudiesen mantener un terrario experimental sin que la población lo supiera, esa era su ventaja. El problema era que su objetivo era el primer terrario en construirse y, también, el primero en ser abandonado. Y si la información era correcta, las plantas sembradas empezaron a germinar por sí solas. Esa idea -aunque no había pasado tanto desde El Colapso- se volvió una leyenda en el recuerdo de las personas. Sentían que, en realidad, el momento crítico de la humanidad sucedió un par de siglos antes, como si el tiempo se hubiese acelerado desde aquel momento.

The Last Oasis {Kivi}Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ