La tarde que miramos las hormigas

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Ambos estábamos sentados sobre la verde gramilla observando la rapidez con la que corría el agua del arroyo. Los árboles se movían con fuerza a causa del viento que, momentos antes, había comenzado a soplar con más intensidad. No estábamos hablando de nada en particular, sólo escuchábamos el silencio y, por momentos, alguno de los dos pronunciaba alguna frase que nos permitía volver a pensar para que nuevamente la ausencia del sonido se hacía presente.

Álvaro y yo éramos amigos desde hacía mucho tiempo, pero últimamente no nos veíamos tan seguido. Nuestros encuentros se habían hecho cada vez menos frecuentes y esa tarde nos habíamos visto por casualidad mientras caminábamos por la calle. No tenía idea por todo lo que había tenido que pasar en estos últimos meses. 

Es increíble cómo a veces no nos enteramos de lo que le pasa a la gente que nos rodea. No por mala intención, sólo que la vorágine en la que vivimos a diario logra que nos alejemos de lo más importante que son nuestros afectos, el lugar seguro donde podemos descansar ante una situación que no somos capaces de controlar. Nunca pensé que esa tarde, Álvaro me contaría los problemas que se habían generado en su familia tras la muerte de su abuelo. Un problema económico que no era difícil de resolver sino fuera por la mala relación que existía entre su padre y sus tíos.

Don Rogelio había tenido una buena vida y durante sus años de trabajo había cosechado una importante cantidad de dinero y tenía varias propiedades en diferentes lugares de la ciudad. Sin embargo, al momento de su fallecimiento, no había ningún documento que diera instrucciones precisas de lo que iba a suceder con todas sus pertenencias. Esto había generado un malestar entre todos los integrantes de su familia que, lejos de estar unidos por el dolor, habían comenzado a tener conflictos que en algunas oportunidades habían llegado a la violencia.

Álvaro era un testigo mudo de toda esta disputa y cuando me lo contaba, era notable su angustia, su preocupación y sus deseos de que llegue una solución final. Yo lo escuchaba con atención si decir una sola palabra ni compartir una opinión. En ese momento, comprendí lo mucho que necesitaba expresar sus sentimientos. En ningún momento nuestras miradas se cruzaron. Yo miraba el horizonte tratando de comprender cada una de sus palabras y él cortaba la gramilla mientras hablaba. Creo que las conversaciones más sinceras ocurren de esa manera.

De pronto, comencé a sentir como las palabras de Álvaro se perdían entre su respiración que, además de cambiar su frecuencia, ya se podía escuchar. Creí que iba a terminar en un llanto incontrolable, entonces aparté mi vista del arroyo y la fijé en sus ojos. No salían lágrimas, pero su expresión había cambiado notoriamente. Su labio inferior temblaba y sus dedos cortaban la gramilla con mucha más fuerza. Puse mi mano sobre su espalda con la intención de que supiera que no sólo lo estaba escuchando, sino que también lo estaba apoyando en su dolor. Sin embargo, apenas lo hice, sentí su rechazo y lo reforzó con palabras.

—¡No! No me toques —dijo aún sin mirarme.

—¿Qué te pasa? —pregunté.

No respondió. Entonces volví a insistir, pero no obtuve más respuestas que lo que estaba a la vista. Su rostro estaba enrojecido y con la mano derecha temblorosa tocó su pecho e intentó respirar profundamente, aunque se notaba que le estaba costando demasiado.

Me asusté.

Saqué mi teléfono para llamar a la ambulancia y cuando percibió mis intenciones, por fin habló.

—No llames a nadie. Por favor. No quiero que nadie se preocupe por esto.

—Álvaro, no estás bien. Necesito que te calmes y que te vea un médico. Me estás asustando.

—¡No! —gritó —No hagas nada, no llames a nadie. Dejame solo.

Estaba claro que no lo iba a abandonar en ese estado, pero tampoco sabía cómo ayudarlo. Cuando quise llamar por teléfono se puso aún más nervioso, entonces volví a guardarlo en mi bolsillo. Mi desesperación aumentaba al ritmo de su respiración. Puse mi mano en su pecho y esta vez, no se movió del lugar. Por lo tanto pude sentir que su corazón latía rápidamente.

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⏰ Last updated: Feb 26 ⏰

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