Esa etapa de mi vida había llegado a su final, lloré, sufrí, me hice mil preguntas, sin recibir ni una sola respuesta.
Me sentí pérdida, y no me sentí suficiente aún cuando di más de lo que podía dar.
¿Qué gane?
Miles de mentiras, un engaño y un corazón roto sin ganas de seguir viviendo.
Sufriendo en silencio, llorando contra mi almohada, guardandome todo mi dolor. Sin fuerzas para terminar aquello que me hacía tan mal.
Me juzgaron por seguir en aquella desgracia, en aquello que me ataba por los años. Pero nadie lograba ver qué aquella tormenta en su momento había sido mi cielo y yo solo anhelaba eso.
Dependencia emocional si, pero solo aquella persona que a pasado por ahí sabe lo fuerte que debes de ser para salir de ahí.
Ver cómo tú mundo se desmorona, dejar de pensar en esa persona, porque sabes que ya nada va ser igual y eso duele.
No pude terminar de ver esa serie que habíamos empezado, no sin recordarlo a él.
Empezar contacto cero nunca había sido tan difícil, borrar sus fotos, sus mensajes donde decía que me quería, que me extrañaba. Borrarlo de las redes sociales y no ver qué ya era feliz sin mi.
