siete

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Apenas había un poco de luz en el cielo cuando los pasos de Jongho se oyeron por los espaciosos pasillos del palacio. Cada trabajador que se lo cruzaba detenía por completo sus labores para reverenciar y dar los buenos días, siendo respondidos con la misma voz baja y amable de siempre. Detrás suyo iba como siempre el mayordomo Changbin, quien no disimulaba la expresión llena de curiosidad que tenía a causa del aparente nerviosismo del monarca.

Ciertamente, le había costado conciliar el sueño luego de dejar a la nueva reina de Utopia en la habitación real, pero, en ese tiempo que duró con los ojos pegados al techo, logró planear todo lo que haría y diría en el día, o al menos lo que haría en las primeras horas. Lo primero que se le había ocurrido era el ir a buscarla al amanecer para invitarla a desayunar juntos; ideó varias conversaciones y ya anticipaba cualquier respuesta por parte de ella, por lo que se sentía preparado. Lo que vendría luego ya iba a dejarlo a la suerte, cosa extraña en él, quien siempre debe planificar todo, pero la presencia de la joven no hacía el trabajo fácil.

Y no solo no le hacía el trabajo fácil, se lo complicaba, pues apenas arribó al pasillo que da a la habitación real, se encontró con un grupo de siervas completamente inquietas.

No le fue difícil entender que la reina Ayan se había ido del cuarto sin que ellas se dieran cuenta.

Jongho siguió asintiendo a las explicaciones que le daban las mujeres de uniforme negro mientras agilizaba el paso hacia el primer piso. Ellas se disculpan, culpando su inexistente distracción, e incluso teorizando que quizás la campana dentro de la habitación con la que la monarca las debía llamar no funciona. El rey les hizo saber con tranquilidad que no debían culparse, y que probablemente su consorte decidió caminar por el palacio sin querer molestarlas. Aquello las sorprendió demasiado, porque no se esperaban que la joven a la que ahora debían servir pasara de ser ayudada.

Una vez ambos hombres han quedado solos, Changbin habla con un tono claramente reprochable, pues parecía que últimamente el menor no hacía nada de caso a sus consejos. ㅡLe indiqué que quizás lo mejor era dormir con ella, su majestad.

Si lo hubiera hecho, ni siquiera hubiera esperado al amanecer, se habría ido a media noche.

El de cabello negro suspiró con profundidad y negó varias veces con la cabeza.

Poco a poco son guiados por otras criadas y trabajadores que aseguraron ver y saludar a la reina mientras hacia su paso por el palacio. Una de las enormes puertas que llevan al jardín trasero de la propiedad es abierta por los guardias, y el helado aire mañanero les desordena el pelo y las ropas. Choi Jongho entrecierra los ojos mientras se acostumbra a la diferencia de iluminación, y no tarda en encontrar la figura blanca a la lejanía, siendo seguida por el muchacho que hacía de compañía y un enorme grupo de guardas y siervas.

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⏰ Última actualización: Apr 12 ⏰

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Over the Horizon ✧ Choi JonghoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora