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- ¿Por qué se tuvo que armar ese escándalo? Es una mujer tan estúpida, cree que todo debe ser para ella y por ella, nunca me agradó su compañía. Desearía que alguna vez se calle un rato.- Murmuraba el pelinegro, entre sollozos.

Los chicos estaban en la habitación del castaño, acurrucados, mientras afuera no se dejaba de escuchar el bullicio entre Margarita, Lucia y los demás que se encontraban ahí.

El más bajo no podía parar de llorar, abrazando con fuerza al más alto. El castaño no hablaba, solamente observaba a su pareja hundirse en su pecho, haciéndose pequeño, encontrándose demasiado vulnerable, demasiado frágil. Su forma de verlo, que era una dulce y cálida, cambió cuando se dió cuenta que no estaba muy lejos de parecer un animal indefenso, que huía de los depredadores por más que ya sea muy tarde.

Acariciaba su cabello con cuidado, sintiendo cada parte de él. El pelinegro creía que era amable y delicado, que solo estaba siendo un novio cariñoso, pero no era realmente así. El castaño había cambiado drásticamente de opinión, preguntándose a sí mismo,

¿Que hay de malo?

Era su pareja, está bien pensar de esa manera, ¿Verdad?

O quizás, no es para tanto, solo podría intentarlo.

"Solo tengo curiosidad de saber que se siente"

"Soy menor de edad, está bien."

Sus pensamientos seguían y seguían, incitando a sus manos a bajar, a acariciar en otros lugares, a ser invasivo y apresurado.

- ¿Te sentís bien, bonito?- Preguntó, mientras agarraba con fuerza a su pareja, viéndolo a los ojos a través de sus anteojos.

-Nunca antes me llamaste "bonito", estás más cariñoso..- Murmuró el pelinegro, sonriendo y acostándose en el pecho de su pareja.

Sonrío con cierta malicia, sabiendo que no era solamente su forma de demostrar cariño. Lo abrazó con fuerza, para poder sentir como su cuerpo era apretado por el suyo.

El más bajo no desistía, por más incómodo que se sintiera. Se limitaba a corresponder el abrazo, pensando que probablemente él esté exagerando con el hecho de no sentirse cómodo a su lado, creyendo que así siempre debió ser.

El castaño se acercó a su rostro, y con cuidado apoyó sus labios sobre los de su pareja. Miguel no pudo desistir, pero tampoco negaría que lo disfrutó, y que sería de las únicas cosas que disfrutaría esa vez.

El castaño lo seguía besando, empujando con desesperación en un intento de poder sentir bien su boca, de poder averiguar su sabor. El pelinegro hasta ese punto sentía que estaba siendo presionado, más de lo que creería normal.

Lo seguía besando, con pasión y entusiasmo, como si estuviese comiendo de él, como si se tratase de el único alimento que había alrededor.

-Que rápido, ¿Eh? Jajaj...- Bromeó el más bajo, fingiendo normalidad. Su voz estaba rota, sintiéndose incapaz de poder formar otra palabra o sonido.

Luis no se detuvo. Se separó de los labios de su chico para comenzar a besar su cuello. Ya habían heridas y moretones ahí, quemaduras de cigarrillos y pequeñas cortaduras. Lo besaba en sus heridas, pero de una manera realmente obscena, llena de perversión. Hacía doler al pelinegro, porque parecía como si estuviese reviviendo cada sentir de aquellas cicatrices dolorosas.

。⁠*゚⁠+ No estaré junto a tí- [Papufresco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora