El ascenso de una reina y la caída de un rey.
El heredero al trono, está muerto, su hermana menor, pero siguiente en la línea, va a sustituirlo.
Anna Diana Elizabeth Taylor Mary, con suficientes nombres como para confundir a una persona, tendrá que...
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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈
Velada melancólica
- War Of Hearts.
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Anna vio como la señorita Edwina caminó desconcertada. ¿Era el diamante o no? Seguramente eso pensaba ella, y la verdad, Anna también. ¿Que significaba ser la joya de la corona? Posiblemente todos se cuestionaban aquello mientras aplaudían con fervor. La joya de la corona, ¿significaba que Edwina era el diamante, pero que a la vez, la reina apostaba todo por su hija? Todo era demasiado confuso, pero sólo eso bastó para que a Anna se le volvieran a reunir una manada de caballeros a su alrededor. Y que pesar de tener al señor Bridgerton cerca, Anna comenzó a transpirar medianamente.
—Alteza —. Anna se exaltó al sentir la mano de Bridgerton sobre su hombro. No era su intención alejarse de él, pero sí escapar de ahí antes de que se desmayara por los nervios.
—Aguarden un momento, caballeros. Y-yo volveré en un segundo y bailaré con todos ustedes —. Sonrió Anna, aunque esa sonrisa no ahuyentaba a su pánico.
Anna se abrió camino, esperando que su madre no la viera, y tampoco Reynolds. Así, llegó hasta la puerta, que los lacayos le abrieron, dejándola salir. Necesitaba aire a toda costa, necesitaba subir a su lugar de consolación. Anna sostuvo su vestido con una de sus manos, facilitándole dar pasos más largos y prácticamente subir corriendo por las escaleras. Anna sentía comezón en el cuello, los brazos, las manos, en todo. Sentía que se ahogaba por los nervios, por ver a tantos hombres reunidos, incluso más que antes.
¿De verdad podría casarse? Tomando en cuenta su reacción ante el océano de hombres extendiéndose para bailar con ella, lo dudaba. No sabía el motivo de su reacción, pero sus emociones eran fuertes. Anna entró al salón contiguo a la terraza, sólo para después, salir a esta, inhalando todo el aire que la fría noche le disponía. Otra vez había hecho el ridículo, y si su madre ya le guardaba por lo ocurrido en el baile de Agatha, ahora la repudiaría. ¿Que karma pagaba su madre al tener una hija tan idiota? Le partía el corazón no ser lo suficientemente buena a los ojos de su madre.
Anna escuchó que la puerta de la sala se abrió, posiblemente era Reynolds, o tal vez los gemelos, dispuestos a hablar con ella para saber que le pasaba. Anna no se giró, simplemente se quedó ahí.
—Estoy bien, sólo necesitaba aire —. Respondió de una manera adecuada para cualquier posibilidad.
—¿Acaso tendré que ser el príncipe de Cenicienta y buscarte para devolverte esto? —. La voz de Eric la hizo voltearse hacia él.
—Eric —. Anna vio que Eric sostenía el collar de diamantes que lucía en su cuello.
Al parecer, se le había caído, y por supuesto que Eric lo había encontrado por ella. Él le indicó que se diera la vuelta, Anna lo hizo. Sintió las frías manos de Eric sobre su nuca, mientras abrochaba el collar con delicadeza. Anna se giró de nuevo, aún conmocionada, pero la sonrisa de Eric la trajo de vuelta. Él lucía completamente feliz de estar ahí, cómo si nada más importara. O al menos, esa fue la impresión que le dio.
