Capítulo 5

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Edwuard

—¡¿Qué carajos, eso fue un tiro?!—me preguntó Mike.

—¡Lo mejor será correr!—le dije mientras empezaba a correr para salir de la habitación. No sin antes agarrar el diario.

Todos pensarán que fue cobarde de mi parte. Pero seamos sinceros:

¿Quién se iba a quedar para averiguar de dónde vino el tiro?

En ese instante todos mis instintos de supervivencia se activaron y salimos corriendo.

Cuando llegamos a las escaleras todo el piso de abajo estaba en llamas. Y el fuego como un demonio empezaba a devorar partes de la madera de ellas.

El humo, el calor, las llamas. Todo era como un maldito infierno. Todo este suceso me parecía familiar pero:

¿Por qué?

Me quedé quieto por unos instantes. No podía moverme. Mis piernas no respondían.

¡No creo que voy a morir en un lugar así!

Las llamas seguían creciendo y las escaleras se iban consumiendo.

—¡¡¿Edward qué te pasa?!!—me grito Mike—¡¡¡Muévete joder, vas a terminar incinerado!!!—

La verdad, no se si fueron los gritos de Mike o el calor que hacía en ese lugar, pero logré recuperar el movimiento de mis piernas.

Ambos bajamos las escaleras lo más rápido que pudimos. Evitando las llamas.

El fuego había empezado en el salón de entrada y las llamas llegaban hasta el techo.

Una gran pared de fuego cubría la entrada y no nos dejaba salir. El calor era inmenso y las llamas casi nos abrazaban.

—¡¡¡¿Qué carajos hacemos ahora Mike?!!!—le grité desesperado. La situación en la que nos encontramos era crítica y el fuego seguía aumentando.

—¡Sígueme!—y entonces salió corriendo con sentido contrario a la entrada principal.

Yo lo seguí hasta que llegamos a la parte trasera de la casa. Esta no estaba tan incendiada, aunque, la puerta era imposible abrirla por culpa de las llamas.

—¡Mierda, ¿qué hacemos ahora Edwuard?!—me preguntó Mike cubriéndose la nariz con sus manos para evitar el humo.

Las llamas ya eran inmensa y el humo provocaba que no pudiéramos respirar bien. El miedo se iba aporreando de mi en cada segundo que pasaba.

Y entonces cuando pensé que íbamos a morir incinerados. Tomé uno de los jarrones de porcelana, colocados cerca de una ventana que daba los jardines traseros de la casa.

Lancé el jarrón y al chocar rompió el cristal de la ventana. No me tomé mucho tiempo al lanzarme por el agujero que había hecho.

Caí encima de algunos cristales, aunque, hubiera sido peor quedarse adentro de la casa.

Mis pulmones agradecieron el aire fresco respirando con agitación.

Mike también cruzó la ventana. Tenía un tajo algo feo en el ante brazo, pero, por todo lo demás se encontraba en perfecto estado.

—¡Joder tío!—su voz era agitada y jadeaba mientras hablaba—Vamos a morir cocinados un día de esto si seguimos así. —

Mi amigo se encontraba con la espalda doblada y los manos en las rodillas respirando rápidamente.

Las llamas a nuestras espaldas destrozaban la casa. Destruyendo toda la información que está tenía.

Yo no pude evitar aguantar, una pequeña sonrisa de alegría por  haber salido vivo de ese lugar.

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