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Quackity había pasado la mayor parte de su infancia en los Estados unidos, a los 12 años su familia volvió a Mexico por motivos del trabajo de su padre, entro al "Colegio Quesadilla" donde conoció a su mejores amigos, Mariana, Aldo, Rivers y por último;

Roier.

"Te llamas Quackity ¿Verdad? Yo me llamo Roier, ¡Ven siéntate conmigo!".

El castaño siempre encontraba la forma en sacarlo de su cascarón, el tiempo que pasaba a su lado nunca era aburrido.

Devuelta al presente, ambos chicos se encontraban tomando sus útiles para devolverlos a sus mochilas, la campana que daba el fin a la última clase del día ya había sonado.

"Mariana apúrale, ya me quiero ir" Se quejo Roier al ver que su amigo no terminaba de escribir el escrito que estaba en la pizarra.

"Ya casi acabo, solo me falta un párrafo, váyanse sin mi igual tengo que esperar a Rivers de su partido" Dijo sin mirar a los otros, sus ojos seguían pegados al pizarrón.

"Bueno pero después no llores porque te dejamos" Roier hizo señas con los dedos al decir la palabra dejamos "Hasta mañana".

"¡Adios, Mariana!".

Ambos salieron del salón, hablaron entre ellos mientras caminaban hacia la salida del edificio cuando Roier empezó a buscar algo en sus pantalones.

"¿Que traes?".

"Puta madre, olvide mis llames en el salón".

Quackity soltó un gruñido fingiendo molestia, dieron un paso atrás para empezar a caminar devuelta al salón.

Estando cercas de la puerta pudieron escuchar pequeños ruidos que provenían desde dentro, era algo raro, se supone que ya no tendría que haber nadie.

Abriendo la puerta lentamente, ambos chicos abrieron los ojos gracias a la sorpresa que estaban presenciando.

Encima de una de las mensas se encontraba un chico de lentes de su misma clase, no recordaban su nombre, encima suyo estaba Mariana comiéndole la boca a besos. No se dieron cuenta que ambos habían entrado y los estaban viendo boquiabiertos y sonrojados.

Roier parpadeo por un momento saliendo se su trance, rápidamente entro al salón intentando no hacer ruido para no ser descubierto, fue fácil ya que los otros chicos estaban perdidos en su mundo, llegó a su mesa y ahí estaban sus llaves esperándolo, las tomo y salió casi corriendo de ahí arrastrando a Quackity que aun seguía algo impactado.

"Pues creo que no estaba esperando a Rivers".

Quackity soltó una carcajada saliendo se su trance.

La casa de Roier estaba a 10 minutos del colegio, caminaron mientras charlaban sobre la tarea que tenían que hacer cuando llegaran.

Saludaron a la madre de Roier para después subir las escaleras hacia el cuarto del castaño, al entrar ambos se quitaron los zapatos y se recostaron en la cama.

"¡Quiero dormirme!" Se quejo Quackity tomando una de las almohadas de la cama para colocársela en la cara.

"¡No seas huevon! ni esta difícil, anda muévete".

Tenía razón, duraron menos de media hora haciendo su tarea de economía, copiar y pegar, igual el profesor nunca las leía.

Volvieron a costarse en la cama, viendo el capítulo que les faltaba de la serie que empezaron hace unas semanas.

Quackity vagaba en sus pensamientos, no podía dejar de recordar a su amigo besando a aquel chico, sus mejillas se sonrojaron al pensar en los jadeos del chico de lentes ¿Besar se sentía así de bien para hacer aquellos sonidos tan vergonzosos?. Se había besado con chicas antes, pero nunca al nivel de gemirles en la boca, capaz su amigo era muy bueno besando y el no.

Capaz y besarse con hombres se sentía diferente.

"¿Besar a un hombre se siente diferente?" Pregunto de repente, Roier se sobre saltó un poco ante la pregunta.

"¿Porque me preguntas a mi?"

"Una vez le diste un beso a Mariana"

"Si pero estaba haciendo la voz de Melissa, no cuenta"

"Okey."

Se quedaron en silencio por un momento, solo se escuchaba las voces que provenían de la laptop.

"¿Porque tan curioso? ¿Quieres que te bese?" Intento reírse para romper en silencio incomodo que se había generado.

"Capaz".

Las mejillas de Roier se tornaron de un color rojizo, sus manos empezaron a temblar un poco.

"¿Enserio?".

"Solo si tú quieres".

Roier lo pensó por unos minutos, su mejor amigo le había pedido que lo besara, el nunca había besado a otro hombre fuera de broma, las únicas veces que lo hizo fue un piquito que duró un milisegundo ¿Como debería besar a Quackity?.

"Si no quieres no te preocupes" poso sus manos arriba de las del castaño, Quackity estaba igual de ruborizado que el "Solo tenía la curiosidad".

"Esta bien"

Los ojos del azabache se iluminaron, ambos se movieron en la cama para quedar sentados uno enfrente del otro.

Roier lo miro por un momento a los ojos, se sentía tan apenado ¡estaba apunto de besar a su mejor amigo! su mirada bajo hasta sus labios, nunca lo había visto tan a detalle, sus labios se veían tan suaves.

Inconscientemente se relamió los labios, capaz y esto no es tan malo.

Se acercó poco a poco, Quackity cerró los ojos cuando sintió su aliento chocar con el de Roier, el castaño lo tomó por el mentón suavemente para por fin juntar sus labios.

Era un beso tierno y inexperto, no era lo que Quacktiy tenía en mente pero se sentía muy bien, intentaba seguirle el paso a Roier lo mejor que podía, se sentía tan cálido. El castaño llevó sus manos a las mejillas del azabache mientras las manos de este se colocaban en sus hombros.

El tiempo pasó lento hasta que el oxigeno no les era suficiente, teniendo que separarse soltando un suspiro por la falta de contacto.

"¿Estuvo bien?"

Quackity solo asintió un poco apenado "¿Otra vez?".

Roier sonrió.

Ambos se recostaron en la cama, Roier lo abrazo por la cintura acercándolo hacia un beso nuevo, sacándole un suspiro a Quackity. El azabache colocó sus brazos al rededor del cuello del castaño.

El beso era cada vez más profundo, sintiendo todo su ser empezar a calentarse gracias la cercanía de sus cuerpos.

"¡Mijo, ya llegaron por Quackity!".

Ambos chicos se separaron dando un pequeño brinco del susto, se vieron a los ojos para después reírse. Roier volteó a ver los labios de Quackity, estaban mas rojos y un poco hinchados, algo cálido en su pecho se formo, de alguna manera se sentía orgulloso de saber que sus labios estaban así por su culpa.

"Te acompaño a la entrada". El azabache asintió.

Empezó a recoger sus cosas, se puso sus zapatos y salieron se su habitación, al llegar a la entrada se dieron un pequeño abrazo de despedida.

"Hasta mañana, Roier".

"Hasta mañana, Quackity".

All the things he said !? SPIDERDUCKWhere stories live. Discover now