310 49 2
                                    

Se había vuelto adictivo, parecía que no podían pasar más de una hora sin buscar los labios del otro, buscando cualquier excusa que los llevara a estar solos un momento "¡Vamos al baño!" "¡Iremos por un jugo, ahora regresamos!" "Se me olvidó mi cartera en el salón, acompáñame" para poder ir a alimentar aquella dulce vicio.

Normalmente Quackity se quedaba las tardes en la casa de Roier hasta que se hicieran las 4 de la tarde que era cuando sus padres salía del trabajo, siempre encontraban la manera de perder el tiempo, viendo series o películas, muchas veces adelantando sus tareas.

Pero desde aquel día, cada que entraban a la habitación del castaño y la puerta se cerraba atrás de ellos, algo magnético había entre ellos que no podía dejarlos que se separaran.

"Roier" Suspiro cuando al sentir sus labios rozar con los del nombrado.

Roier había encontrado el gusto a morder los labios de Quackity, la idea de morder no era exactamente lo que le gustaba, si no los sonidos que se escapaban de los labios del azabache, cada vez que lo escuchaba soltar pequeños jadeos se sentía, emocionante.

"¡Ah! Deja de morderme" El azabache se quejó mientras se separaba un poco de Roier.

"¿No te gusta?" Lo vio a los ojos, se notaba la preocupación en ellos.

Sintió su corazón latir más rápido "No es eso".

"¿Entonces?".

"Me da pena que.. me escuches" Intento desviar su mirada, lo cual no logro ya que el castaño lo tomo gentilmente del mentón haciendo que sus miradas se conectaran.

"Pero suenas lindo" Hablo sin pensar, demasiado ido en la sensación cálida que le brindaba el otro, se acercó para darle un beso en la comisaría del labio, este escondió su cabeza en el cuello del castaño.

Acostados ambos en la cama del castaño, se abrazaron por un rato hasta que a Quackity le llegó un pensamiento intrusivo.

Roier siempre le terminaba mordiendo los labios, y no podía evitar sentirse bien, en esta posición, le era muy fácil "atacar" su cuello.

Quackity era un adolescente curioso, no lo admitiría pero más de alguna vez había visto porno, sabía que era una versión exagerada de la realidad pero aun así era su mejor fuente ahora. Había escuchado sobre besos y mordidas en el cuello, a mucha gente le gustaba como se sentía al parecer ¿A Roier lo gustaría?.

Su curiosidad ganó, empezando a besar el cuello del contrario, pudo sentir como el cuerpo de Roier se tensaba encima suyo "¿Qué haces?" Su voz sonaba un poco apenada.

"¿No te gusta?".

"No es eso.. solo" Soltó un suspiro cuando Quackity seguía besando su cuello "Se siente bien" Confesó.
Sus manos empezaron a divagar por la espalda del azabache para el final colocarlos en su espalda baja, tomando sus cuerpos más cercas.

Roier soltó una mezcla entre un jadeo y un gruñido cuando sintió los dientes de Quackity rozar su cuello, se sentía increíble "Hazlo otra vez", el azabache sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, la voz rasposa de su mejor amigo en su oído lo hizo sentir mareado.

Seguía besando y ligeramente mordiendo la piel a su paso llegando a la manzana de adán del castaño. Tan pronto sus labios se presionaron contra ella, Roier lo separó, antes de que pudiera protestar por la falta de contacto repentina, lo vio a los ojos, sus ojos estaban brillando, algo húmedos, su rostro estaba ardiendo y sudando un poco. Ambos quedaron callados intentando regular sus respiraciones.

Los ojos de Quackity bajaron hacia el cuello de Roier y.

"¡Tu cuello!".

Roier parpadeo aún un poco aturdido, saco su teléfono y abrió la cámara, viendo que en su cuello ahora se encontraban 2 marcas causadas por Quackity.

"En la madre".

"¡Perdón! No sabía que podía hacer eso".

Se sentaron en la cama, Quackity sentía tan apenado, no era su intención dejarle marcas a Roier, si siquiera sabía como se hacían, su mente daba miles de vueltas ¿Qué pasaba si los demás se daban cuenta? si sus padres se enteraran estarían dos metros bajo la tierra, tenía miedo, demasiado, se sentía estupido por dejarse llevar, ahora ambos corrían peligro.

"No te preocupes, Quackity, de seguro Leo tiene maquillaje para taparlo".

"¿Y si no funciona?".

"Tu tranquilo yo nervioso, nada malo va a pasar ¿okey?".

"Pero..".

"¿Okey?" Lo tomó de las mejillas para verlo a los ojos, intentando calmarlo.

"Okey.." Dijo antes de que Roier le diera un piquito.

"Iré a buscar en su cuarto, quédate aquí" Salió del cuarto.

Quackity se sentía inquieto, ahora que se encontraba solo en aquella cama ajena sus pensamientos empezaron a atacarlo, todo era tan confuso.

El empezó todo, su curiosidad empezó todo, solo quería saber si besar a un hombre se sentía diferente, y ahora habían pasado días donde se convirtió en un hábito besarse con su mejor amigo, sus sentimientos estaban mezclados, le encantaba la sensación de estar en los brazos de Roier recibiendo sus labios cálidos, y eso era lo que lo asustaba.

Le asustaba lo mucho que le gustaban estas muestras de cariño, le asustaba como estos días solo podía pensar en el castaño.

Podía echarle la culpa a su cuerpo necesitado de adolescente, pero este no era el caso, había besado a mujeres antes pero nunca se había sentido así.

Sus manos inquietas empezaron a jugar con su collar, este lo vio en sus manos, su cruz. No podía evitar sentir pena, el no era la persona más religiosa del mundo, pero sus padres lo eran. Dios, si lo vieran en la posición que estaba ahora lo comerían vivo.

¿Realmente era tan malo que un hombre guste de otro?.

¿Gustar? ¿Quien habló sobre gustar?.

Bueno, le gustaba besarse con Roier, pero eso no hacia que le gustara Roier ¿Verdad?.

Antes de que volviera a hacerse bolas en sus propios pensamientos, el castaño volvió a la habitación.

"Leonarda tiene un chingo de cosas, pero encontré el corrector, ayúdame".

"¿Ayudarte?"

"Obvio, tú me marcaste así que hazte cargo" Dijo con su voz burlona sentándose enfrente de el, entregándole el maquillaje.

Quackity intento hacer su mejor esfuerzo cubriendo las marcas en el cuello mientras charlaban sobre la fiesta del sábado.

"Mariana me dijo que podíamos inventar que íbamos a hacer una pijamada en su casa, que inventó no es, pero iremos a la fiesta y nos regresaríamos a dormir a su casa".

"Me parece bien"  Término de maquillar su cuello, se sentía satisfecho por su trabajo "¡Listo, como nuevo!".

Escucharon a la madre del castaño hablar desde la primera planta, vieron el reloj que marcaba las 4 y media "Justo a tiempo".

Bajaron hacia la entrada, antes de que Quackity se fuera, Roier se despidió dándole un abrazo.

"Nos vemos el sábado".

Sintió su corazón latir "Nos vemos".

All the things he said !? SPIDERDUCKWhere stories live. Discover now