Corona De Dolor

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Historia corta
Perdón, pero no tiene nada que ver con una continuación de la historia, es solo otra que es literalmente corta.
Disfriten y lamento las faltas de ortografía o de redacción.

Corona de dolor.

Dicen que no deberías dejar a una persona ser tu felicidad, que si aquello ocurriera deberías temer por tu futuro y huir de ese amor que será doloroso. De alguna manera tenía aquello presente en su mente.

Te miraba y solo veía la felicidad en ti. Malditamente cegada y admirando poder sentir algo, en verdad, hermoso.

¿Qué hay en tu mente?

Millones de caminos a una felicidad finita o efímera. Te miraba y sentía envidia de que tuvieras las cosas bajo control, parecías todo un profesional en la joven vida adolescente, tanto que temía a que dieses un pie en falso y terminaras jodiéndolo. Tenías todo planeando, en orden desde el principio y querías felicidad. Aquellos ojos solo seguían un camino, decidido a triunfar y evitar que algo lo estropeara.

Una novia muy hermosa. En ella había aquel cuerpo perfecto y aspiraciones resplandecientes. Tomabas su mano y parecía que no habría un final trágico, parecía que todo era mágico, parecía tan real y a la vez superficial. ¿Qué podría pasar?

Aquella chica te miraba como si te debiera algo y tú simplemente le sonrías con indiferencia. De alguna manera, dejabas en claro que nunca viste un futuro en su relación. Manejabas lo que querías y desechabas lo que ya no necesitabas. Mirabas el mundo y sentías vacío, ¿por qué? Tenías lo necesario y aun así eras un malagradecido. Reías y tenías amigos, ¿por qué estar solo? ¿Por qué sufrir solo?

¿Qué había de malo en tu vida? ¿Qué te hacía sentir miserable?

Ella te quiso, ella realmente te amo, fue la persona más cercana a ti que herirle le costaría un dolor en sí misma.

¿Por qué lloras?

Ella a veces te encontraba solo, escondido en un rincón y apenas te reconocía. Te cubrías el rostro haciendo movimientos extraños que daban indicios de que sollozabas y luego emergías con una sonrisa como si nada hubiera pasado. ¡Qué bella sonrisa! Mostrabas los dientes y aplaudías como si hubieras ganado en la vida. Después la mirabas a ella, tus ojos se volvían opacos y sin vida.

¿Tú la querías? ¿En verdad la querías?

Cuando sientes algo tienes que decirlo o demostrarlo sin palabras. Sin embargo, hay personas a las que debes forzarlas a que demuestren lo que sienten o si no explotaran sabiendo que causaran daño. Tú eras así. Si te preguntaban lo negabas. Si insistían te enojabas. ¿Qué más podían hacer?

No puedes ayudar a una persona que no quiere ser ayudada. ¿Sientes vacío? ¿En dónde? ¿Quién podía aliviar a tu corazón si no era ella? No lo era, ella no era una opción, ¿qué pasaba? Nunca decías lo que realmente quería decir.

Así que, simplemente vagabas. Tu mundo estaba hecho una mierda, ¿dónde está el camino? ¿Dónde está lo planeado? ¿Dónde está el control? ¿Dónde está tu felicidad? No puedes sentirte feliz si dejas que el dolor te consuma. No puedes planear tu vida como si todo en ti se adaptará a que funcione. No puede resultar como lo deseas.

No puedes planear lo que sentirás hoy o mañana. Existen momentos, solo putos momentos inciertos que te dolerá el alma si tienes la esperanza o anhelas a que sean como los imaginas dentro de tu cabeza. Te estresas por querer encajar, ¿dónde te sientes seguro? ¿A qué le llamas hogar si solo te tratan como unos zapatos? Te pueden utilizar algunas veces, te pueden limpiar cuando se les atoje, te pueden pisar o desechar cuando tu función esté al límite.

¿Podremos ser de nuevo lo que siempre quisimos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora