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'A veces, solo necesitamos esto.' AU: Dónde Gōjo Satoru es una chica. Universo Alterno.
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El frío ruido de los tacones golpean el cemento desnudo, sonando fuerte en la noche cuando Satoru cierra de golpe la puerta corrediza de vidrio que conduce al dúplex detrás de ella. Acababa de dejar deliberadamente atrás a su novio, quien probablemente todavía seguía mudo en la cocina mientras sus compañeros de carrera de Ciencias Políticas hacían comentarios incómodos sobre "novias locas que no soportan una broma". Caminando sobre la hierba moribunda que emerge a duras penas de la tierra arcillosa helada del patio trasero, se acomoda en el columpio que cuelga del árbol de ramas desnudas. Tanto el desvencijado columpio como la rama crujen bajo su peso, pero se han mantenido antes y seguramente aún resistirá.
El frío del otoño está suelto, zarcillos de brisa dibujan cortes afilados por sus piernas desnudas y muerden las puntas de sus dedos que se asoman debajo de las mangas de su cárdigan azul. No está ni cerca de sofocar el torrente de sangre procedente de su ira.
En algún momento, tendrá que volver a entrar o correr el riesgo de sufrir hipotermia, pero no hasta que su respiración se calme y pueda enfrentar la habitación con un mínimo de moderación. Metiendo la mano en el bolsillo, saca el paquete destrozado pero precioso de cigarrillos caros que esconde de vez en cuando. A Naoya no le gusta cuando ella sabe a humo, su nariz se arruga y sus labios se curvan con disgusto cuando intenta besarlo. A pesar de buscar en las profundidades de cada bolsillo de los pantalones cortos de jeans, no encuentra un encendedor.
Su ceño se deconstruye en un suspiro de resignación. El maldito Naoya probablemente lo tomó. Él quiere que ella deje de fumar y debe haber sacado el encendedor de su bolsillo cuando agarró sus llaves para llevar su auto para ir por cerveza. Esta puñalada adicional de traición se aloja entre sus omóplatos a pesar de cómo intenta ignorarla.
Se había sentido como una delicada flor toda la noche, la estudiante de danza a la que le habían dado una palmadita en la cabeza como si una carrera en las artes escénicas fuera tan adorable como ingenua. Había sido suficiente cuando un tipo insinuó que ella lo dejaría pronto una vez que su novio la convenciera de ser "práctica".
"Pareces demasiado inteligente para desperdiciar todo ese cerebro sacudiendo tu trasero", había dicho el bastardo.
Y la pequeña sonrisa de diversión y satisfacción en el rostro de su novio había sido demasiado para que ella se liberara de su agarre. Él gritó cuando se apartó, con la mano todavía atrapada en el bolsillo trasero de sus pantalones cortos.
— ¡Mierda, Satoru! —Había oído detrás de ella mientras agarraba su cárdigan del respaldo de una silla de la cocina y salía por la puerta.
Echando la cabeza hacia atrás y mirando las estrellas, pudo distinguir un satélite solitario que navegaba en su inexorable tránsito por el cielo nocturno. De repente se siente igual de sola y a la deriva. ¿Qué estaba haciendo? Las palabras de Yūki resuenan en sus oídos desde su círculo de mentores en el Centro de Mujeres.
