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Los días siguientes en los que Clara fue a trabajar, Enzo no estuvo presente, por lo que dejaba la comida en la heladera y él se la re calentaba, o al menos eso creía ella.

Enzo estaba demasiado ocupado entrenando y jugando. Las exigencias del fútbol europeo eran completamente distintas a las argentinas, pero él se sentía preparado para el desafío.

Llegó una noche tarde a su casa, cuando se encontró que Clara todavía estaba en la cocina. Verla lo puso de mal humor.

— ¿Qué haces todavía acá? —preguntó él con tono enojado.

Clara sintió como si la estuvieran retando, pero ignoró un poco las palabras del jugador. Se había quedado con buenas intenciones.

— Pensé en cocinarte algo especial, dado que entrenas hasta tarde —le contestó ella.

El jugador se sintió mal de haberla tratado como lo había hecho, por lo que intentó suavizar su voz y su forma de pararse, no tan a la defensiva.

— ¿Qué preparaste?

Clara puso delante de él un pedazo de carne al horno, acompañado de las verduras que le gustaban.

El olor invadió las fosas nasales de Enzo, quien rápidamente sintió hambre producto de lo que había delante de él. Miró a Clara con una sonrisa, agradeciéndole. Estaba cansado y hambriento.

Se dispuso a comer en silencio, mientras que Clara esperaba que Enzo se terminara su plato para poder limpiar. Comenzó a ordenar los utensilios que había utilizado, intentando darle al jugador un poco de privacidad.

A Enzo se le cerraban los ojos solos mientras le daba pequeños bocados a la comida. Clara lo notó, por lo que puso la pava eléctrica para prepararle un té, eso lo ayudaría a descansar mejor.

— ¿Estás bien? —le preguntó ella, viendo que Enzo casi se cae de la silla.

— Sí, solo estoy muy, muy cansado —contestó él— ¿Estás por hacerte un té?

Clara sacó una taza de la alacena, era de porcelana fina, inglesa, hermosa.

— No, es para vos. ¿Te gusta el tilo?

Enzo asintió en agradecimiento, mientras dejaba el plato terminado a un lado.

— Estaba muy rico, gracias.

— Para lo que necesites —contestó ella.

Dejo el té a su lado, Enzo hizo un poco de tiempo mientras esperaba a que se enfríe.

— Perdón, vengo tratándote muy mal —comenzó Enzo— Es que... no sé, no sé por qué lo hago, quizás el trabajo me está haciendo mal.

Clara apoyo sus brazos encima de la mesada, quedando frente a frente con él. Se puso un poco nerviosa, pero termino aceptando las disculpas del jugador.

— Está bien, sé que soy una persona difícil de tratar, pero te prometo que soy así solo porque intento dar lo mejor de mí en cada plato —le contestó ella— Si te eche de la cocina es porque me cuesta que me ayuden.

El jugador asintió, soplando el té, como si esto fuera a hacer que se enfriara más rápido. Se quedó dubitativo unos minutos, mientras Clara agarraba el plato vacío y se disponía a lavarlo en la bacha.

— ¿Me enseñarías a cocinar? —dijo Enzo, de la nada.

Ella se dio la vuelta, dejando el plato en el seca platos, junto con el resto de cubiertos.

— Nunca le enseñe a nadie, no sé si soy la más indicada...

— Tendrías que enseñarme cosas sencillas, a hacer pan, no sé, ensaladas. Solo soy bueno haciendo asado —dijo Enzo, dando un poco de pena.

𝓛𝓪 𝓬𝓸𝓬𝓲𝓷𝓮𝓻𝓪 | ᴇɴᴢᴏ ꜰᴇʀɴᴀɴᴅᴇᴢ | ᴄʜᴇʟꜱᴇᴀ ꜰ.ᴄ. | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora