Capítulo 40

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Bianca Miller

Despierto cuando siento esas ganas urgentes de orinar, pero cuando intento moverme siento que unos brazos tiran de mí para apegarme más a su cuerpo y juro que batalle para salir de sus brazos sin despertarlo.

Una vez fuera de la cama voy al baño, hago mi necesidad me meto a la ducha, cuando ya estoy lista y seca me dirijo nuevamente a la habitación, pero en el camino veo mi reflejo en el espejo, chupones por todo mi cuerpo, marcas rojas en mis nalgas y cintura, ahora entiendo el por qué esa sensibilidad en mis pechos y mis muslos cuando me estaba secando.

Todo mi cuerpo gritaba que había sido follada.

Carajos ese hombre no mintió cuando dijo que tenía un alto apetito sexual, me follo hasta altas horas de la noche y lo más gracioso que ocupaba la excusa de que debíamos recuperar el tiempo perdido y que era mis castigos pendientes.

No niego que disfruto ser follada por él, amo que me marque mi cuerpo, sus toques pueden ser tan suaves como agresivos, explora y adora cada rincón de mi cuerpo haciéndome sentir en las nubes, pero el problema es que quedan estas marcas unos días las cuales debo tapar y ser cuidadosa sobre todo con los niños no quiero volver a pasar por lo de aquella vez.

—Amo ver tu cuerpo con esas marcas —veo como me abraza por detrás —Marcas que solo yo puedo hacer.

—Te pedí que no los hicieras tan notorios —me quejo y se hunde en mi cuello.

—¿Por qué no? —me volteo para verlo.

—Porque me meterás en otro interrogatorio.

—¿Interrogatorio porque follas? —ríe haciendo que lo mire sorprendida —Bianca eres una adulta.

—También madre —sigue sin comprender —Realmente a ti se te olvida que tienes hijos muy curiosos.

—Bianca son solo niños —dice así de simple —Les mientes diciendo que te golpeaste si los llegan a ver.

—Claro es fácil decirlo, pero que corran donde su abuela para decirles que mami se golpeó es otra cosa —digo mal humorada.

Ahora cae en cuenta y suelta una carcajada, eso me molesta, me suelto de sus brazos y camino a la habitación, saco una lencería rosada y me la coloco.

—Preciosa no te enojes, me pareció gracioso nunca pensé que mis hijos hicieran aquello —dice y lo ignoro buscando body con cuello color negro y un pantalón blanco —Preciosa —me toma de la cintura para que lo mire.

—Tú no eres el que se ve enfrentada a aquella situación —susurro.

—Prometo ser más gentil y precavido la próxima vez —ahora yo soy quien ríe.

—Matto Anderson no digas cosas que no vas a cumplir —ahora él se ríe junto a mí.

Me da mi beso de buenos días, cuando se da la vuelta para ir a tomar una ducha noto los rasguños.

—No soy la única que tiene marcas —él detiene sus pasos y yo ya vestida salgo de la habitación para dirigirme a la cocina.

Preparo huevos, tocino, palta, waffles de frutas más lo que no puede faltar para iniciar el día un delicioso y oloroso café, una vez que termino de poner la mesa mi teléfono suena.

Estación de Policía

—Señorita Miller, logramos identificar a las personas que utilizaban el teléfono y las interrogamos —dicen y camino para ir al ventanal —Eran adolescentes de entre 14 años que tomaron el teléfono para hacer bromas.

—¿Adolescentes?

—Sí, hablamos con ellos y sus padres, tenga por seguro que no se volverá a repetir —esto es tan confuso estoy segura de que fue él, por la manera en que estaba escrito el mensaje era la misma forma en que se dirige a mí —Por lo que la posibilidad de que terceros provocaran el incendio queda descartada, solo fue una falla eléctrica.

Eras todo lo que necesitaba [EN PAUSA]Where stories live. Discover now