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Theodore

Mientras caminaba rumbo a casa deje que todo fluyera, pensé en muchas cosas. Pensé en Jones. Por primera vez me cuestioné si la había juzgado deliberadamente y si debía darme la oportunidad de conocerla.

Se siente extraño abrirse a alguien de una forma que no estás acostumbrado, ya sea decirle mi canción favorita o contarle algunos problemas de la escuela o solo sentarnos a ver la nada misma y a hablar de las curiosidades de la existencia.

El cielo me mostró su favor y admire su destreza, los árboles se movían al son del viento y cada toque hacia que me sienta renovado, era como si necesitara liberarme de algún modo. Caminé sin dirección hasta que llegue al parque de costumbre.

Llegué al parque de siempre y me refugié bajo la sombra de un árbol frondoso. Saqué mi cuaderno y empecé a dibujar formas al azar, tratando de encontrar consuelo en la creatividad. Aunque me encontraba rodeado de naturaleza, a veces la soledad me abrumaba. Sentía como si nadie pudiera entender realmente lo que pasaba por mi mente, como si estuviera atrapado en una tormenta interna que amenazaba con arrastrar todas mis esperanzas y sueños.

Mi padre alguna vez me dijo que las palabras son la peor bala que hiere en el alma, solo una puede matar y sangrar en lo profundo del corazón. Algunas terminan una guerra y otras las comienzan. Son ellas las que pueden darnos un empujón al abismo o uno al paraíso. No es solo las palabras, es quien las dice y como.

Recuerdo ese día como si fuera ayer. Con Oliv fuimos al lago, cuando vivíamos en otra ciudad teníamos uno cerca de mi antiguo vecindario. Solíamos pasear y disfrutarlo. Recuerdo el sabor de la menta cuando nos dimos un beso, fue un beso corto y lleno de ternura. Oliv lloro de emoción y se abrazo a mí, estábamos contentos, por fin nos declaramos.

- Theo, eres mi mejor decisión.- Exclamó llena de felicidad. Buscábamos excusas para encontrarnos diariamente en el mismo lugar, mi madre me decía que debíamos evitar ese sitio que era un riesgo para cualquiera que quisiera pasear por ahí.

Debi escucharla.

Aún recuerdo la sensación de desesperación, fue una tarde cálida después de clases. Ese día ella me esperaba en el lago. Deje la bicicleta justo en lugar de siempre y corrí a su encuentro. Ella sonrió y dió dos pasos, su rostro se puso pálido de repente y soltó un grito antes de caer al lago, jamás habiamos nadado en el.


Pero aquel lugar idílico se convirtió en escenario de tragedia, de repente, un grito desgarrador cortó el aire. Vi horrorizado cómo Oliv perdía el equilibrio y caía al agua con un chapoteo sordo.

El pánico se apoderó de mí mientras corría hacia el borde del lago. Mis manos temblaban mientras me despojaba de mi mochila y me lanzaba al agua sin pensarlo dos veces. El agua fría me abrazó con fuerza mientras luchaba por llegar hasta Oliv, cuyos gritos desesperados resonaban en mis oídos.

Finalmente, logré alcanzarla y la agarré con todas mis fuerzas. Pero la corriente era implacable, y luchábamos contra ella con todas nuestras fuerzas. Sus ojos, llenos de miedo y confusión, se encontraron con los míos por última vez antes de que una ola nos separara, arrastrándola hacia las profundidades oscuras del lago.

El dolor y la desesperación me inundaron mientras luchaba por salir a la superficie, pero el agua parecía tenerme atrapado en su abrazo helado. Finalmente, logré alcanzar la orilla, exhausto y temblando. Miré hacia el lago, buscando desesperadamente algún signo de Oliv, pero solo encontré el reflejo de mi propio dolor en las aguas tranquilas.

La tragedia había dejado una marca indeleble en mi corazón, y desde entonces, el lago se convirtió en un lugar de dolor y recuerdo. Cada vez que lo veía, sentía un nudo en la garganta y un peso en el pecho, recordando la pérdida de alguien a quien amaba más que a mi propia vida.

Pasaron días en los cuales me mantenía encerrado en mi cuarto, la familia de Oliv se derrumbó. Negándome la posibilidad de acercarme a su funeral para darle el último adiós. En verdad yo no quería que sucediera.

- ¡Debiste escucharnos y ser más precavido, ahora hay una muchacha que pago el precio de tu terquedad!- Escuché los gritos de mi padre cuando llegue a casa aquella noche.

Un sollozó involuntario escapó de mis labios y a cambio recibi una bofetada con el revés de su puño en mi mentón.

-Tu debiste caer de ese lago, de seguro nos ahorrarias todos nuestros problemas. Su familia piensa demandarnos.



Y en ese momento, esas palabras cobraron un nuevo significado para mí.

Autora:

Gracias a las personitas que me dan estrellitas en los capitulos, así sean dos o tres a mí me motivan muchísimo.
Llore al actualizar este cap.









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