Lilian Lovelace, siempre ha sido el ejemplo de la dama perfecta. No sabe de escandalos, rebeldía, ni mucho menos travesuras. Ha crecido siendo testigo del sufrimiento que puede causar el perder una buena reputación y se ha esforzado por ser una dign...
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Georgiana asintió con los labios apretados, y la soltó. Lilian sabía que se estaba reprimiendo para no juzgarla, ni decirle lo que ella misma estaba pensando. Que no podía estar enamorada en tan poco tiempo, que apenas lo conocía y que estaba dejando que su juicio se nublara al dejarse llevar por su naturaleza romántica. Más no dijo nada y ella agradeció que no la condenara.
La realidad era que podia hacer una lista de motivos por los que amar a lord Eric sería una pésima idea, pero todos ellos palidecerian en comparación a la fuerza de ese sentimiento que al igual que la hiedra, había comenzado a crecer en su corazón sin freno. Nada podía detenerlo, y colmaba sus sentidos, sus emociones y su ser por completo. Si llegaría a amar al caballero del todo, era todavía un misterio, una incógnita que solo estando a su lado podría develar.
—Necesito verlo, Gigi. Tienes que ayudarme—suplicó, secando sus mejillas.
—Antes, debo decirte algo...—murmuró su hermana.
—¿Qué? ¿Nuestros padres saben que estuvimos en el puerto, o de mis escapadas?
—No, no. Ni siquiera advirtieron que salimos, y nunca sospecharia de ti.
—Mejor. Lo último que deseo es que obliguen a lord Eric a desposarme. El me dejó claro que no quiere casarse, y no seré yo quien se lo imponga. Si él me quiere o no, tendrá que decidirlo por sí mismo.
—En este momento lo veo complicado. Y tampoco podría ser presionado por nuestro padre, porque sería inoportuno.
—No comprendo.
Georgiana suspiró.
—Lord Eric se encuentra convaleciente.
—¿Está herido? ¿Es grave?
—Aún no lo sé. Solo escuché que una estaca se clavó en su muslo izquierdo y le causó una herida muy profunda. El médico lo atendió y lo cosió, pero deben esperar a que no se infecte, que la inflamación ceda y que no vaya a tener fiebre. Si se gangrena puede correr riesgo de perder la pierna o hasta la vida. También sufrió una quemadura en el pecho que no tiene buena pinta, por lo que oi decir a lady Arabella.
—¿Dónde está? ¿Alguien lo está cuidando?
—Está aquí. Todavia no ha despertado desde anoche. Le suministraron láudano para el dolor y para que pudieran cerrar la herida. Su madre, y lord Harrow han estado con él. Madre decidió que nos quedaríamos para acompañar a Felicity, pero padre ya ya ha vuelto a Hampton Manor.
Lilian tragó saliva y trató de imaginar al fuerte caballero tendido en una cama inmóvil y débil. Era una imagen que no concebía y que le causaba desazón.
—¿La herida no le dejará secuelas?
—En el caso que salga todo bien y cicatrice sin mayores problemas, puede que quede con una cojera. Eso no lo sabremos por el momento.
