introduction

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Damienne se despertó con un sobresalto, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras luchaba por salir del abrazo de los sueños. La oscuridad de la cabaña rodeaba su figura, solo rota por la débil luz de una antorcha titilante. Como hija de Hades, estaba acostumbrada a la oscuridad, pero esta mañana algo en el aire la ponía nerviosa, ansiosa.

Se levantó de su cama con un suspiro, el frío mármol del suelo helando sus pies descalzos. La cabaña estaba tranquila, sin rastro de sus perros protectores, pensó que tal vez se fueron al bosque como de costumbre. Damienne era la única hija de Hades, lo que la dejaba a solas con sus pensamientos más a menudo de lo que le gustaría. Odiaba la soledad que la cabaña le brindaba, toda ella era oscuro y frío, como si ya estuviera en el inframundo. 

Después de lavarse el rostro con agua fría, se puso su ropa de entrenamiento y ajustó la correa de su espada de madera alrededor de su cintura. Hoy sería un día de práctica, y el destino la emparejaría con su amigo Luke en un duelo de espadas.

Mientras caminaba hacia el área de entrenamiento, los sonidos de la vida en el campamento semidios resonaban a su alrededor. Sin embargo, para Damienne, el ruido parecía distante, eclipsado por la extraña sensación de anticipación que la envolvía, algo iba a pasaría.

Cuando llegó al campo de entrenamiento, ubicado en medio del bosque, encontró a Luke ya allí, con una sonrisa amistosa en su rostro. Luke era hijo de Hermes, y su cabello castaño brillaba con los primeros rayos del sol. Luke y Damienne eran amigos desde que llegaron juntos, parecía que se comportaban como hermanos, pero Luke siempre deseó más.

—¡Hola, Dami!— saludó Luke, blandiendo su espada de madera con entusiasmo. —¿Estás lista para perder?

Damienne asintió, tratando de despejar su mente de las preocupaciones que la acosaban. Las personas que estaban a su alrededor dejaron de entrenar para poder ver lo que iba a suceder, eran los mejores semidioses del campamento combatiendo. Sin mencionar el poder de la chica.

—Que yo recuerde bien... Siempre te gano. 

Se posicionaron en lados opuestos del campo de entrenamiento, las espadas de madera listas para chocar. Damienne podía sentir la energía en el aire, la anticipación de la batalla por venir. Sabía que Luke sería un oponente formidable, pero estaba decidida a no dejar que su reciente nerviosismo la dominara.

Con un grito de determinación, los dos amigos se lanzaron hacia adelante, las espadas chocando en un estallido de madera contra madera. Los movimientos eran rápidos y fluidos, cada uno tratando de anticipar el siguiente movimiento del otro. Luke era ágil y rápido, con golpes precisos y elegantes, mientras que Damienne confiaba en su fuerza y resistencia, buscando abrir brechas en la defensa de su amigo.

Los sonidos de las espadas chocando resonaban en el campo de entrenamiento, mezclándose con los gritos de ánimo de los otros semidioses que observaban la pelea. Damienne se movía con gracia, esquivando los ataques de Luke y buscando una apertura para contraatacar.

En un momento crucial, Damienne logró desarmar a Luke con un hábil giro de su espada, dejándolo momentáneamente vulnerable. Con un movimiento rápido, aprovechó la oportunidad para desarmarlo completamente, dejando la espada de madera de su amigo tirada en el suelo.

El campo estalló en aplausos y vítores mientras Damienne levantaba los brazos en señal de victoria. Aunque había ganado la pelea, su mente seguía inquieta, como si supiera que algo más grande estaba en juego.

Después de la pelea, Damienne se sintió momentáneamente aliviada por su victoria, pero la sensación de inquietud seguía pesando en su corazón. Se preguntaba qué podría estar causando esa extraña ansiedad que la había estado molestando desde que se despertó esa mañana.

Decidió tomar un momento para sí misma y se alejó del bullicio del campo de entrenamiento. Caminó por los senderos del campamento, dejando que sus pensamientos la llevaran a donde quisieran. Mientras tanto, el sol comenzaba a ascender en el cielo, lanzando sus cálidos rayos sobre el paisaje.

La chica caminaba sin destino alguno, perdida en sus pensamientos y acercándose al árbol de Thalia pero el sonido familiar de los ladridos de sus tres dobermans, sus fieles compañeros, rompió el silencio. Inmediatamente, su corazón se aceleró con preocupación. Como la única conexión tangible con su padre Hades, los dobermans eran su mayor tesoro y una fuente constante de consuelo en los momentos difíciles.

Corrió hacia el sonido y se encontró con una escena desconcertante. Sus tres leales dobermans rodeaban a un joven semidios inconsciente, cuyo cuerpo estaba cubierto de heridas y cortes. La chica se inquietó al ver a su amigo Grover de la misma manera a unos metros del chico rubio. 

El corazón de Damienne se llenó de compasión mientras se acercaba a él, temiendo lo peor. Pero entonces, justo cuando estaba a punto de tocarlo, el chico rubio abrió los ojos débilmente y la miró con sorpresa.

—Eres tú...—susurró, antes de desvanecerse nuevamente en la inconsciencia.

Las manos de Damienne temblaban mientras sostenía la cabeza del chico , sintiendo la urgencia de ayudarlo. Sin perder un segundo, levantó a Percy en sus brazos y lo llevó hacia la enfermería del campamento, sabiendo que necesitaba atención médica urgente.

El encuentro con Percy solo intensificó la sensación de que algo trascendental estaba a punto de suceder en su vida. Mientras caminaba hacia la enfermería, el peso de la responsabilidad sobre sus hombros se hizo más evidente que nunca. Damienne estaba decidida a descubrir qué significaba todo esto y qué papel desempeñaba en el destino que le aguardaba

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