Kirari Momobami ve la vida como si de un juego se tratara, a ella, no le importa ser cruel ni lastimar a otros, y de hecho, lo considera natural... Hasta que una chica torpe y nerviosa de cabello morado empieza a hacer ruido en su vida, y tal vez, e...
"La presidenta me ha despedido... no sé qué pude hacer mal... Algo en mi trabajo...¿¡arruine lo único que tenía?!... Siempre he hecho todo lo que ella ha querido...¡¿se ha hartado de eso?! ¡¿Acaso Kirari-la presidenta...QUE IMPORTA COMO LO DIGA EN MI MENTE??...acaso Kirari quería que fuera un poco más atrevida?!... Si, eso es lo que a ella le gusta, por eso admira a Yumeko, ella es así... No sería raro imaginar eso de ella. Pero no encaja con mi personalidad...NO. no importa mi personalidad, lo importante es que no puedo estar lejos de ella... ¡Tengo una idea! Tal vez no tenga que dejar de lado quien soy... Solo tengo que provocar un desastre. Eso seguramente llamará la atención de Kirari..."
—Sayaka Igarashi — escucho esa voz robótica. Se giró y se encontró con la vicepresidenta.
—¿Vi-vicepresidenta?!
—Buenos días. Quiero convocarla unos minutos hablando, fuera. Si no le molesta. Es un tema personal.
Ririka vio a Sayaka dudar. Pero entonces, aplicó la carta sorpresa.
—Se trata de Kirari.
El rostro de Sayaka se iluminó.
—Si, vamos.
Sabía que con eso sería más que suficiente.
[]
R
irika la llevó a una cafetería a la que Sayaka no había ido nunca. Le sorprendió la tranquilidad del lugar y lo presentable que se veía, más aún cuando la peliblanca se quitó la máscara: Era igualita a Kirari y eso la ponía...nerviosa.
—... Ah...
—Puedes irte sentando, Sayaka.
La contraria así lo hizo.
—Veras... Kirari me pidió que te invitara a tomar algo, y me dijo que no te dijera que había sido ella quien propuso la idea. Pero sabes qué?, Qué me da igual. Estoy harta de los juegos de mi hermana, está enamorada de tí, y solo trata de evitarlo.
Sayaka se quedó boquiabierta.
—Si, mi hermana puede ser más idiota de lo que esperabas.
—¡¿La presidenta está enamorada d-d-de mí?!
Ririka observó que nadie hubiera escuchado el tremendo grito que pego, para su mala suerte, hubo una pareja en la puerta que se asustó.
—Sayaka...siéntate anda.
Sayaka se sentó nuevamente.
—Lo siento...¿Pero...de verdad?
—Si. Por eso...solamente te voy a dejar esto.
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—Revisalo. Es su diario de la infancia.
—E-espere vicepresidenta, ¿Qué se supone que haga con esta información?
—Te lo dije hace un momento: revísalo. Lo que quieras hacer es tu problema, yo ya dije lo que tenía que decir. Adiós, Sayaka.
Sayaka, así entenderás mejor la psicología de Kirari. La mayoría de sus conceptos enfermos están allí explicados.
