4. Delta.

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Seguí caminando mirando al suelo, todo lo que estaba pasando me descolocaba y mucho, totalmente me estaba volviendo demasiado loca. Por no hablar de que también sentía que no encajaba en aquel lugar, tenía que compartir habitación, el encontronazo con el chico de la cafetería al que no entendía. Alguien se puede resbalar, tropezar o caerse encima de otra persona, no sería la primera persona a la que le pasaba ni tampoco a la última pero que me haya tratado así no tenía justificación.
Y la gemelas, sobre todo Samanta, se que se llama así porque Álex me lo dijo pero igualmente elegida de qué ¿para ir al supuesto bando de Daniel? ¿para que me jodieran más de lo que ya me habían jodido el día anterior? ¿de verdad se pensaba que era una amenaza y que me quería acostar con Daniel? Todo para ella, quien quiere a alguien así a su lado.

Seguí andando hasta que de repente tropecé con una piedra y alguien me sujetó para no caer. ¿Enserio? ¿de nuevo? Es que ni siquiera el destino quería que tropezara sin que haya nadie delante. Miré hacia la persona que me agarró y me quedé totalmente blanca.


- Ya me estoy hartando de que te intentes caer encima mía -dijo Daniel mientras me miraba con sus ojos azules. 

- Ni siquiera esperes que me disculpe contigo -desvié la mirada y miré a la piedra con una mirada asesina como si ella tuviera la culpa de todo.

Cuando lo miré de nuevo a los ojos ví como me echó una mirada retadora, me agarró de la muñeca y me llevó hacia unos árboles para que nadie pudiera vernos.

- Mira Jessica -se acomodó en el árbol mientras se cruzaba de brazos -me da igual que estés en el bando de Álex pero eso no significa que tengas que hablarme así o me faltes el respeto.

Seguí mirando sus brazos cruzados y miré que por debajo de la camiseta se mostraba un tatuaje precioso, eran dos alas totalmente negras con dos espadas cruzándose en el medio, puestos ya a verle de verdad pasé del brazo al pecho, aunque llevara camiseta se notaba que el chico estaba bien dotado con músculos que se tensaban dependiendo del movimiento de los brazos. Cuando escuché su risa es como si volviera a la vida real y le miré a los ojos. 

- ¿Qué? 

- ¿Me has escuchado? -me dijo mientras se le curvaba la esquina de la boca haciendo el amago de sonreír. 

Me quedé en silencio sin saber qué decir, la verdad es que no porque estaba mirándole el cuerpo como si mi vida dependiera de ello.

- Te decía  que no me puedes hablar de esas maneras aunque estés en el bando de Álex, ¿entiendes? -me lo dijo mientras me miraba al pecho. ¡Al pecho!

- Mis ojos están aquí Daniel -los señalé aunque casi me sacara un ojo -y no estoy en ninguna banda ni me interesa estarlo ¿es que estáis locos? Sólo quiero disfrutar de estar aquí y hacer vida nueva, no quiero ir detrás de nadie como su perrito y darle una servilleta cuando se manche. Por cierto ¿le podrías decir a tu novia Samanta que me deje en paz? me la he encontrado ya dos veces, en una me amenazó y en otra se rió de mí junto a su gemela y ya me estoy hartando ya que sólo no llevo ni una semana aquí.

Dicho todo esto miré la hora en mi nuevo teléfono móvil y tenía tres llamadas perdidas de mi padre, iba a alejarme de ahí y llamarlo pero me entró de nuevo una llamada de él nuevamente.

- Hola papá -dije mientras me daba la vuelta para irme pero justamente me agarró Daniel de la muñeca y lo miré extrañada.

-Hola Jessica, quería saber cómo estabas y si podía ir algún día de ésta semana para visitarte y ver a mi hija después de tanto tiempo.

- Sí claro igualmente te quería explicar sobre un problema que ha habido en mi habitación, Álex y Marcos están con nosotras pero yo estoy un poco incómoda con eso. -le respondí mientras miraba esos ojos azules e intentando que dejara mi muñeca en paz.

- Claro mi niña, ya me han comentado algo, he hablado con tu tío -le pegué un estirón a mi mano a ver si así me libraba de él pero por cuestiones de la vida se puso la llamada en altavoz. -Me ha dicho que habrá un nuevo alumno en el internado por lo que también mirará para solucionar tu problema, mira por dónde viene de dónde tú estudiabas, iba a tu curso, Lucas creo que se llamaba.

De repente se me pusieron los ojos llorosos y tiré el móvil al suelo como si me picara. 

Me senté en el césped y me agarré las rodillas con los brazos mientras las lágrimas brotaban por mis mejillas.

- Lo siento señor, su hija se ha caído y la tengo que llevar a enfermería, llámela después -acto seguido le colgó y me miró con esos ojos.

Iba a hablar cuando escuché un grito enfadado y a Álex corriendo hacia nuestra dirección.

- ¿Qué le has hecho? ¿por qué está así? ¿es que no puedes dejarlo como está y dejarnos en paz? -Álex se arrodilló ante mí y me secó las lágrimas mientras yo negaba el mirar hacia alguno de esos dos chicos.

- Como me hables así de nuevo se termina la tregua y ahora vete. -le agarró de la mano y lo alejó.

Escuché voces pero no pude escuchar mucho sobre lo que discutían. Por mucho que me quisiera concentrar en ellos mi mente viajaba al pasado y el daño que Lucas me había hecho.
Creo que pasó como unos diez minutos cuando alguien me agarró por las piernas y los brazos y me llevó a cuestas, después de eso ví todo negro y me caí inconsciente mientras daba gracias a quien me hubiera llevado a cuestas.

Me desperté y en cuanto abrí los ojos descubrí que estaba en mi habitación. Dejé de lado mi dolor de cabeza y me intenté sentar poco a poco en mi cama. Miré a mi alrededor y no había nadie en la habitación, menos mal, lo último que quería era contarle a nadie ésto, solamente a Vexera y a saber dónde se había metido. En cuanto le contara a Vexera quien iba a venir seguramente se pusiera echa de los nervios y me prometería cincuenta veces seguidas que no lo tendría ni que ver porque nos mantendríamos tan alejadas de él como fuera posible.

Quise memorizar para saber quien me llevó a esa habitación para por lo menos pedirle disculpas y darles las gracias, ya que había sido un momento vergonzoso encontrar alguien ahí inconsciente y tener que llevarla a cuestas sin ni siquiera conocerla. De repente llamaron a la puerta y me levanté para abrirla.

- Hola Jessica -dijo el director cuando abrí la puerta de par en par. -me han comentado que has tenido una mañana difícil y que te tuvieron que traer a la habitación porque estabas inconsciente, ¿estás bien?

- Sí sí gracias director -le contesté mientras miraba por el pasillo -¿dónde está todo el mundo?

- Puedes llamarme tío siempre que estemos a solas Jessica, no tengo problema con eso. Están en clase -cuando vió mi mirada de agobio dijo -no te preocupes he hablado con los profesores y hoy no tienes que ir si no quieres, piensa antes en tu salud y si quieres podemos hablar de ello.

- No, no te preocupes de verdad -intenté sonreír -estoy bien, voy a ver si puedo descansar de nuevo ya que ha sido una mañana larga y tampoco la quiero desperdiciar.

Acto seguido mi tío salió por la puerta y quise darme una ducha. Cogí la ropa y me metí en el cuarto de baño. Mientras me estaba secando me ví reflejada en el espejo y tomé nota en lo que dijo mi padre.
Lucas, mi primer amor, el que estuvo un año conmigo sólo para acostarse conmigo y difundir mi vídeo. Para mí era todo tan real que me sentía una ingenua ¿quién en su sano juicio sale con una persona durante un año, nos presentamos a los familiares, íbamos de la mano en el instituto como si nada y después te destroza? Él.

Me puse mis pantalones negros pitillos de talle alto con un cinturón rojo ancho y en la parte de arriba una camiseta roja también y metida por dentro. Me separé el pelo en dos y en la parte de arriba me hice un mini moño despeinado y me dejé pelillos sueltos de cuando tenía flequillo. Me maquillé un poco con rímel y gloss.

Al sentarme en la cama para ponerme mis deportivas blancas ví que había un papel que habían pasado por debajo de la puerta y lo cogí:

Para todos los nuevos tenemos que ver a qué bando os uniréis:

- Álex ❏

- Daniel ❏

¿Para qué sirven los bandos?

Los bandos es para que en el internado haya paz. Hace dos años había un caos que había que solucionar, así que se decidió crear dos bandos para que las personas se unieran al que quisieran y habrá tregua. Nada de molestar, insultar o joder al bando contrario o habrá consecuencias.

¿Era enserio? Empecé a reírme sola mientras rompía aquel papel en dos y me lo guardé en el bolsillo para empezar dárselo a Álex y Daniel y me dejaran en paz. Quería ser yo misma.

Terminé de calzarme y fuí a por mi horario de clases. Ví que mi próxima clase era sobre Literatura y que empezaba en apenas diez minutos, así que me puse a andar y entré en ella justo cuando el profesor pasó por mi lado.

Me senté en primera fila aunque no conociera a nadie ¿qué más da? sabía de sobra que ni Álex ni Marcos ni Daniel iban a estar ahí porque estaban en tercer año. Ví justo como Vexera entró por la puerta y se alivió al verme.

- Gracias a dios creía que hoy no te iba a ver en clases y la primera ha sido un incordio para mí. -carcajeó mientras se sentaba a mi lado -Sobre todo porque es una asignatura que va todo el mundo, tendrías que ver el aula, caben unas 100 personas, obviamente no he dejado que nadie se sentara a mí lado porque es para tí, en primera fila, como te gusta.

Se lo agradecí mientras veía entrar a unos de los chicos que iban detrás de Daniel en el comedor aquel día.
La verdad es que se parecían demasiado, diría que hasta son familiares, el como me miró ya me lo dijo todo. Genial, otra persona que me odiaba. Pero como yo no me quedo pequeña ante nadie me disculpé con mi amiga cinco minutos, me levanté y fuí para donde se había sentado.

- No estoy de humor para que también caigas encima mía -me dijo el chico sin mirarme y abriendo el libro.

Le dejé uno de los papeles que rompí sobre los bandos encima de la mesa con un golpe y me miró.

- Bueno, ya veo que entre familia se comparte hasta el mal humor -le miré- Dile a tu amo que seguro que sabe quien reparte esta mierda que a mí me dejen fuera de todo esto porque soy un alma libre.

Me cogió de la muñeca y me miró furioso - Vas a cabrear a mi primo y no quieras que eso suceda.

Me solté de su agarre y volví a sentarme con mi mejor amiga.

- ¿Todo bien nena? Qué le has dicho porque si a mí me miran así salgo corriendo de clase. -Me miró preocupada y le quité importancia.

La clase era de todo menos divertida, yo sólo sentía unos ojos clavados a mi espalda y mi amiga sólo miraba hacia atrás con una mirada de miedo que no se lo creía ni ella.
Al terminar la clase suspiré de alivio y me fuí con mi amiga al comedor. Hoy sólo teníamos dos clases porque acabábamos de empezar y por lo que escuché había gente que se iba a ir y otra que se unía.

Mientras escogía la comida de nuevo el comedor se quedó en silencio y no tenía ni porqué girar la cabeza, sabía exactamente quién había entrado, pero igualmente los miré.
El primo de Daniel me miró y le susurró algo a Daniel al oído e instantáneamente venía enfadado a mi dirección. Mierda.


Caminos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora