astrología.

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"Es ilógico," Habló Violeta. "Es una contradicción por donde se la mire."

"¿Contradictorio?" Preguntó Juan José.

"Contradictorio." Reafirmó Violeta.

En el silencio de su andar, Violeta prestó atención al sonido de la suela de sus zapatos chocando con el asfalto de la calle por donde caminaban. La plaza de un oscuro verde llenaba sus pulmones. << Serían más claros >>, pensó. A lo mejor un joven tallo de alguna naciente flor podía asemejársele. Pero no. Realmente no había encontrado nada tan parecido a ese color de ojos.

En su caminar contó cincuenta y cinco pasos hasta llegar al café de su facultad. Su compañero, amigo, a su lado seguía debatiendo, sobre-analizando su propuesta de tesis. Ella dio su opinión, agotada y desesperanzada de ser oída, simplemente lo dejó hablando solo.
No es de pocas palabras. Es de muchas. Quizás demasiadas. Casi tanto como Chiara.
Y en una tonta risa se preguntó por qué las personas que la rodean solían ser tan parecidas entre sí.

"Juanjo es de Escorpio, yo soy de Piscis. Ambos somos agua." Le explicó Chiara una tarde luego de otra cansina clase de Historia Europea descansando ambas en la sombra que proyectaban un tímido sol y prepotente árbol.

"No creo tanto en la astrología." Confesó Violeta.

Y tras una estruendosa risa, Chiara asintió. "Claro, típico de Acuario."

Mientras la observaba reír y volver a su lectura silenciosa, Violeta se preguntó si todas las personas de Piscis eran así de bellas o si ésta en particular era tan especial como ella creía. Rápidamente Chiara le explicó que no bastaba con un solo planeta, elemento, astro para explicar la carta natal de una persona. Que en realidad, éramos la suma de distintas posiciones astrológicas con distintos signos y elementos y casas. Que su sol era Piscis pero su luna Escorpio y no sé qué más.

Violeta asentía a cualquier explicación que Chiara daba, silenciosamente observando cómo ninguna de esas palabras lograban describir aquello que ella sentía en ese momento. Quizás ninguna palabra en el mundo alcanzaba para expresar lo que sentía. << Que invento vago las palabras >> resopló, mirando cómo la pelinegra se sumergía nuevamente en un mundo semántico de novelas baratas.

Chiara parecía una muñeca. Sus mejillas sonrojadas porque el sol se había movido y entonces la sombra que habían buscado como refugio ya no estaba. Siempre vestía con sweaters que eran descaradamente dos o tres tallas más grandes que la suya. Su pelo era negro y suelto y salvaje y natural y desprendía un aroma delicioso. Y era hermoso. Pero Chiara pensaba que sus rojos mechones eran mejores, que parecían al vivo fuego quemando un bosque entero. Un incendio forestal.

Violeta rió fuertemente, sintiendo los atrevidos dedos de Chiara enredarse entre alguno de sus rulos, como probando su hipótesis. Su índice y medio, dos grandes y altos pinos que por brusca atracción se sometían al ardiente calor del fuego. No quemaban. Al menos por ahora.
"Me encantan."
<< Me encantas. >>

superstición.Where stories live. Discover now