Manzana vs plátano

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Anoche le había prendido una vela a mi diosa Taylor porque había decidido que a la mañana siguiente le diría a papá que me gustaban los chicos... y que tenía novio... y que tuve novia...

Bueno, iba a ser una mañana de confesiones. Oh bueno, al menos de una muy importante. 

Bajé las escaleras con la esperanza —y rezándole a todos los dioses existentes— de que papá hubiera salido, pero no:

Estaba en la cocina con Martha, haciendo el desayuno.

Estuve en mi habitación entre decidirme si le decía o no le decía. Pero al final ganó la confianza. Le pregunté a google "como decirle a tu papá que eres bi" pero seguía siendo un inútil. Google traidor. 

—Papá... —lo llamé desde el marco de la cocina, se dio la vuelta,  estaba igual de sonriente que todas las mañanas — ¿podemos hablar?

Frunció levemente el ceño cuando me vio desastrosamente nervioso, asintió y me siguió a la sala.

Tosí con falsedad, él me miraba atenta y amablemente.

— ¿Todo bien?

Pasé saliva con fuerza. Era el momento, y había encontrado una manera graciosa de decírselo. 

—Papá... ¿sabes que mi fruta favorita es la manzana, verdad?

Asintió.

<<Dios, si me amas, hazme hetero>> pedí cuando no sabía cómo hacer que las palabras salieran de mi boca. Aunque las hubiera ensayado como treinta veces. 

—Pero ú-últimamente me g-gustan mucho los plátanos también...

—Si bueno, los plátanos son increíbles —contestó, sin entender mucho a lo que me refería, pero sin juzgar que lo había llamado "solo para eso".

Solo pude asentir como estúpido, mirando al piso, tronándome los dedos de las manos, la ansiedad se estaba apoderando de mí. Papá me dio dos golpecitos en el hombro, escuché como se alejaba.

Ya no podía seguir mintiéndole a papá, desde que Elías y yo éramos formales no podía dejar de pensar en la idea de presentárselo a papá como mí... novio. Pero a la vez me daba tanto miedo. Miedo de qué ya no estuviera, y trataba de convencerme de que eso nunca pasaría, porque conocía a papá y el no haría algo como eso. Pero el miedo me ganaba. 

El miedo siempre ganaba. Pero luego me dije a mi mismo: <<si no es ahora, ¿cuándo?>> 

Ya no podía decir que "mañana" porque yo sabía que ese "mañana" me iba a costar muchos "mañanas" más. Y yo ya no podía más

— ¡Elías es mi novio! —grité en un impulso, mis ojos se cerraron con fuerza al igual que mis puños, esperando a escuchar alguna reacción de su parte. Seguí a mi momento de impulsividad. Y quizá lo había arruinado, o quizá no. Pero el punto es que ya lo había dicho. 

No tenía que esperar para mañana. 

— ¡Lo sabía! —chilló, la voz se le hizo más aguda de lo normal — ¡Martha, págame mis cuatro dólares!

Abrí los ojos cuando sentí a mi papá abrazándome, Martha salió de la cocina pálida.

Después de que papá me abrazó me pegó una mema con algo de fuerza.

— ¿Por qué tardaste tanto en decírmelo?

Me ofendí.

—Te tengo una pregunta mejor: ¿¡Por qué no me dijiste que ya lo sabías!? ¿Tienes idea de cuantos dolores de cabeza me hubieras ahorrado?

Café De Medianoche Where stories live. Discover now