CAPÍTULO 1: LA CARTA ANÓNIMA

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El sol se filtraba a través de las cortinas entreabiertas de la modesta oficina de Edward Harrington, pintando destellos dorados en el polvoriento escritorio y las estanterías repletas de libros. Sentado frente a su máquina de escribir, Harrington contemplaba con curiosidad la carta que reposaba sobre el pulido tablero de madera. Su papel amarillento y el sello sin remitente despertaban en él una mezcla de intriga y anticipación.

Con manos diestras, el joven detective deslizó el cortaplumas sobre el borde del sobre y extrajo con cuidado su contenido. Las palabras trazadas con elegancia sobre el papel parecían bailar ante sus ojos, susurrando un enigma que lo llamaba desde las sombras del anonimato. Era una invitación velada, un desafío en forma de palabras que prometían revelar un secreto oculto durante décadas en las brumas del pasado.

Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, Harrington comprendió que esta carta anónima no solo marcaría el inicio de una nueva investigación, sino que también lo llevaría por un camino sin retorno hacia el corazón del misterio que acechaba en las tranquilas calles de St. Mary Mead.

Mientras Edward Harrington sostenía la carta entre sus manos, su asistente, la señora Thompson, entró en la oficina con una taza de té humeante en una mano y un periódico en la otra.

—¿Alguna novedad, señor Harrington?— preguntó, con un destello de curiosidad en sus ojos.

Harrington levantó la vista, mostrando la carta a su compañera. —Una carta anónima—, dijo, con voz calmada pero llena de emoción contenida. —Afirma que revelará un secreto que ha perturbado a esta comunidad durante décadas. Parece que nuestro próximo caso ha llegado antes de lo esperado—.

La señora Thompson arqueó una ceja con interés mientras dejaba la taza de té sobre el escritorio. —Un misterio que desafía el paso del tiempo—, comentó, tomando asiento frente a Harrington. —¿Qué piensa hacer al respecto?

Harrington esbozó una sonrisa determinada. —Responderemos a este desafío, por supuesto—, declaró, con determinación en su voz. —Partiremos hacia la mansión de Lady Eleanor Fitzroy esta misma tarde. Es hora de desentrañar los secretos que yacen ocultos en las sombras de St. Mary Mead—.

Con esa decisión tomada, los dos compañeros se sumergieron en una conversación animada, discutiendo posibles pistas y estrategias para enfrentarse al enigma que se extendía ante ellos. La carta anónima había encendido la chispa de la aventura, y juntos estaban listos para adentrarse en el nudo del misterio que aguardaba más allá de las puertas de la elegante mansión de Lady Fitzroy.

Mientras repasaban los detalles de su plan, la señora Thompson no pudo evitar preguntar: —¿Cree que esta carta es confiable, señor Harrington? Podría ser una trampa o un intento de desviar su atención de otro asunto—.

Harrington reflexionó por un momento, sopesando las posibilidades. —Es cierto que debemos ser cautos—, admitió, —pero algo en el tono de esta carta me dice que hay verdad en sus palabras. Además, no podemos ignorar la oportunidad de resolver un enigma que ha desconcertado a esta comunidad durante tanto tiempo—.

La señora Thompson asintió con seriedad. —Entiendo—, dijo, su expresión mostrando su confianza en la habilidad de Harrington para enfrentar cualquier desafío. —Entonces, ¿qué deberíamos llevar con nosotros?—

Harrington reflexionó un momento antes de responder. —Nuestra mente aguda, por supuesto—, dijo con una sonrisa, —y cualquier herramienta que pueda resultar útil en nuestra investigación. Además, no podemos olvidar la discreción. No sabemos quién más podría estar interesado en este misterio—.

Con esa tarea en mente, la señora Thompson se puso de pie, lista para ayudar en los preparativos. Juntos, se sumergieron en los detalles logísticos, mientras el sol comenzaba a descender lentamente sobre St. Mary Mead, arrojando sombras alargadas sobre las calles silenciosas y las fachadas de las casas antiguas.

Mientras preparaban su equipo, la señora Thompson sugirió: —Quizás sería prudente informar a la policía local sobre nuestra investigación, por si acaso necesitamos su ayuda—.

Harrington asintió con aprobación. —Es una idea sensata—, concordó. —Nunca se sabe qué obstáculos podríamos encontrar en el camino—.

Con determinación, la señora Thompson se levantó de su silla. —Dejaré una nota para el inspector Barnes—, anunció. —Así estaremos cubiertos en caso de cualquier contratiempo—.

Mientras ella se dirigía hacia la puerta para llevar a cabo su tarea, Harrington la detuvo con una pregunta urgente: —Antes de partir, ¿cree que deberíamos investigar un poco más sobre la historia de Lady Eleanor Fitzroy y la reliquia que supuestamente ha sido robada?

La señora Thompson asintió con seriedad. —Creo que sería sabio—, respondió. —Nunca está de más tener toda la información disponible antes de sumergirnos en un misterio—.

Con un plan claro y sus recursos preparados, Edward Harrington y su fiel asistente estaban listos para emprender su viaje hacia la mansión de Lady Fitzroy y desentrañar el enigma que les aguardaba en St. Mary Mead.

Mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, arrojando sombras cada vez más profundas sobre las calles de St. Mary Mead, Harrington y la señora Thompson intercambiaron una mirada llena de determinación y anticipación.

—Espero que estemos preparados para lo que encontraremos—, comentó la señora Thompson, su voz apenas un susurro en la tranquila oficina.

Harrington le devolvió la mirada con una sonrisa confiada. —Con nuestra determinación y nuestra inteligencia, no hay misterio que no podamos resolver—, afirmó. —Estoy seguro de que descubriremos la verdad detrás de esta carta anónima y el enigma que guarda Lady Eleanor Fitzroy—.

Con un último vistazo a la carta sobre el escritorio, Harrington se puso de pie, listo para partir hacia su próximo desafío. —Es hora de desvelar los secretos ocultos en las sombras de St. Mary Mead—, declaró, su voz resonando con la promesa de aventura y misterio.

La señora Thompson asintió en silencio, su expresión determinada mientras se unía a Harrington en su marcha hacia lo desconocido. Juntos, se dirigieron hacia la puerta, con el misterio envolviéndolos como una niebla espesa, anticipando los desafíos y revelaciones que les esperaban en su búsqueda de la verdad.

EL SECRETO DE ST. MARY MEAD #PGP2024Where stories live. Discover now