u n o

254 27 3
                                    

—¿Me amas?

Su voz era monótona, como todas las veces que había interactuado con él. Dudé, tenía sus ojos fijos en mí y me ponía bastante nerviosa. ¿Le miento, o le digo la verdad?

—No. —respondí tratando de no sonar borde.

Kita miró a un punto fijo y ladeó su cabeza, como si estuviera pensando en una razón o en una respuesta para reprochar mi negación. Sin embargo, simplemente asintió.

—Entiendo. Lo siento mucho.

Después de eso, se dirigió a la cocina y no lo volví a ver hasta después de un buen rato. Han pasado varios meses desde aquel incidente. Ahora vivía con aquel muchacho, para siempre, en una finca con grandes cultivos de arroz. Era un granjero bastante conocido por sus buenas cosechas. Lo único que teníamos en común era el gusto a aquel simple alimento: el arroz.

Miré por la ventana, al menos aquí en el campo el cielo estrellado se veía tan hermoso como en las películas. Era lo único que me reconfortaba de todo lo que estaba viviendo. Poco a poco asimilaba que mi vida se había ido por la borda.

Al principio, me negaba a estar casada con alguien de forma obligada. De hecho, nunca quise casarme. Mi sueño era montar mi propio negocio y viajar por todo el mundo. Sin embargo, mis deseos desaparecieron de forma abrupta cuando mis padres me obligaron a contraer matrimonio con una familia que tenía más reputación y fortuna que la nuestra.

—¿¡Cómo podéis hacerme esto!? —grité indignada al conocer la noticia —. ¿¡No está ya muy anticuado eso de casar a las hijas por obligación!?

Echaba de menos los días que jugaba en el garaje con las herramientas de mi padre y comía los onigiris de atún de mi madre cuando llegaba el atardecer. Después mis padres me regañaban por manchar mis vestidos y me castigaban en mi habitación, pero no sabían que robaba algunas bolitas de arroz y las escondía en el armario, y que pintaba con acuarelas hasta aburrirme. Pero lo que más añoraba era el ver cómo se mezclaban los colores de las acuarelas al limpiar los pinceles en el lavabo. Era precioso.

matrimonio concertado |Kita Shinsuke x reader|Where stories live. Discover now