Capitulo 41

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𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐁𝐞𝐚:

Habían pasado varios días desde la audiencia con el juez y llegar a un acuerdo de cómo sería el trato de Hakan con Oliver.

Se decidió que solo podría verlo en presencia de Marco, aquel hombre se había negado a que esté a solas con Hakan mientras Oliver construye una relación con su verdadero padre. Y esto me preocupaba, Oliver era un niño pequeño, pero comprendía todo lo que sucedía a su entorno con una rapidez admirable.

Nos encontramos Oliver y yo alistando todo para la visita de Hakan, le coloco un conjunto deportivo en color azul con pequeños dibujos de Mickey Mauser. Los ojos verdes de mi hijo me miran con intensidad, se muy bien que está situación no le agrada. Ante la atenta mirada de mi bebé le coloco sus zapatillas, mientras siento como sus pequeñas manitos acarician mi cabello.

—¿Mami?.— su vocecita dulce capta mi atención, por lo que elevó mi rostro y lo miro con una sonrisa.

— Dime bebé. ¿Qué sucede?.— lo noto algo nervioso, sus manitos siguen tocando la punta de mi cabello y luego lo suelta para tomar entre sus brazos el muñeco de Mickey Mauser que Marco le regaló.

—¿Polque el homble que me llevo ahola viene aquí?.— me siento sobre la cama y lo siento sobre mi falda.

— ¿Tú confías en mí hijo?.— lo veo asentir con su cabecita, tomo una buena cantidad de aire antes de hablar, pues esto se me hace tan difícil. —Hakan y mamá hace mucho se conocieron, pasaron cosas bebé. Cosas que tú ahora no podrías comprender...— intento buscar las mejores palabras para esto. — Él es tu papá hijo. Él quiere ser parte de tu vida....—

—¡NO!.— grita y se baja de mis piernas —¡Mi papá es el homble peludo, nadie más.— un nudo se forma en mi garganta, extiendo mis brazos para atraerlo hasta mi y lo abrazo.

—Claro que si, Marco es tú papá. Pero Hakan también. ¿Sabes que significa eso?.— lo despegó de mi, haciendo que sus ojos me miren. — Significa que tendrás mucho más amor, que tendrás dos papás para jugar con tu fútbol. Significa que eres un niño con mucha suerte. ¿Cuántas veces deseabas un papá?.— hace una mueca con sus labios.

— Muchas.— responde algo pensativo.

—¡Pues mira ahora Oli, tienes dos papás!.— en eso las puertas de la habitación se abren, dándole paso a Marco que nos mira con atención. Oliver corre hasta él y se aferra a su cuello una vez lo toma en sus brazos.

—¡Tu eles mi papá!.— lo escucho susurrar en el odio de mi esposo, que me mira con una sonrisa, pero en sus ojos se nota la preocupación.

—¡Claro que sí campeón, siempre lo seré!.—

(****)

En el jardín de aquella casa se encontraba un muy nervioso Hakan, era muy consciente de que no sería nada fácil ganarse el amor de su hijo, sabía que aquel niño tenía su figura paterna escogida por el mismo. Pero al menos quería luchar por ganar un poco de su amor.

Los vio salir a los tres, aquella imagen a él le hizo doler el corazón. Se sintió intruso al querer arrebatarle la mujer e hijo al hombre que había sido capaz de amarlos, sin ningún prejuicio.

—¡Hola Hakan!.— saludo la castaña, mientras su mano era sostenida por su esposo. —Saluda bebé.—

Oliver soltó la mano de su papá y camino hasta Hakan. El pequeño niño extendió su diminuta manito en dirección al turco.

—¡Buenas taldes señol, soy Olivel Manson Kaya!.— aquel apellido hizo que el corazón de Hakan se hundiera, pero no haría nada. Solo buscaba compartir con su hijo.

—¡Buenas tardes pequeño!.— el niño arrugó su entrecejo, mientras que Marco apretó sus labios en una fina línea, sabía cuál sería la respuesta de Oliver.

— Olivel, no pequeño.— una sonrisa se dibujo en el rostro de Hakan, sabía que aquel carácter había sido heredado de su madre, siempre tan directa y sin pelos en la lengua.

—¡Bien disculpa, Oliver entonces!.— hizo una pausa, se giró hasta la mesa de jardín y tomo un paquete de regalo que había dejado sobre ella. —Para ti, espero que te guste.— el niño tomo el paquete entre sus manos y rompió el papel con euforia. Sus ojitos brillaron, al ver un balón de fútbol en color dorado y negro. Miro a Marco con entusiasmo, mientras corrió hasta donde él.

—¡ Papi,papi mila!.— gritaba emocionado, Marco lo miró y luego con todo el esfuerzo que debía hacer para hablarle al hombre que había dañado a sus tesoros, le habló.

— ¿Juegas al fútbol turco?.— la voz de Marco sonaba sin ninguna emoción y aquel hombre comprendió que todo aquello lo hacía por Oliver. Entendiendo que para el esposo de Bea, Oliver era sumamente importante. Ganándose así el amor de la mujer que amaba.

—¡Claro que sí gringo!.— los dos hombres caminaron hasta el espacio verde donde no habían flores para comenzar a jugar. Oliver los siguió y observo detenidamente todo lo que los hombres hacían. Entendió que quizás podría hacer lo que estaba haciendo su papá Marco y lo que su mami le había dicho minutos atrás. Quizás no era tan malo tener dos papás. Pero en aquella cabecita, el niño tenía bien claro algo, su único papá sería Marco, quizás el hombre que le regaló el fútbol sería su tío.

Bea vio correr a su pequeño en dirección a los hombres que lo esperaban en el centro de aquel jardín.

La castaña aún no podía creer que aquello estuviera sucediendo, nunca imaginó que Hakan estuviera ahí para compartí con su hijo, pero lo que nunca cruzó por su cabeza fue, que el hombre de ojos azules se enamorará de ella y aceptará a su hijo como si fuese propio.

—¿Cuándo le dirás a Marco lo que sucede contigo?.— la voz de Iris la saco de sus pensamientos, dando un pequeño brinco en su lugar.

—¡Por los astros mamá!.— grito mientras giró para ver a su madre acomodar la pequeña mesa del jardín una deliciosa merienda. —Aun no, no es tiempo.— Iris negó con su cabeza y se quedó junto a su hija, viendo como el pequeño niño reía y gritaba junto a los dos hombres.

El corazón de Bea sintió un amor inexplicable por su marido y una gratitud al universo por haberle enviado un maravilloso hombre que la ayudo a creer una vez más en el amor, volver a creer qué un hombre puede amar sin dañar y valorarla, sin juzgar el pasado que pudo tener.

Te odio amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora