⠀⠀⠀⠀Enzo Vogrincic se halla en un dilema de incredulidad tan profundo, que parece arraigarse en las mismas paredes del lugar que ocupaba. La mera idea de encontrarse allí, en aquel contexto insólito, bajo la compañía de una persona aún más improbable, desafiaba cualquier lógica adulta.
⠀⠀⠀⠀Recostado contra el marco de la puerta que conducía a los servicios higiénicos, aguardaba con una paciencia, poco soportable, la llegada del insufrible Matías Recalt, el joven de veinte años cuya presencia se había vuelto su sombra durante ese día.
⠀⠀⠀⠀Entre todo el elenco, solo él había logrado entablar conversaciones y saludos más allá de lo meramente protocolar. Y no le disgustaba en absoluto; más bien, provocaba en él un profundo cuestionamiento.
⠀⠀⠀⠀¿ Cómo había conseguido congeniar tan íntimamente con un joven de veinte pobres años, mientras que con alguien de su misma edad apenas lograba establecer un vínculo formal ?
⠀⠀⠀⠀La persistente presencia del joven castaño podría haber sido causa de incomodidad para algunos, como de hecho lo fue. Sin embargo, para Vogrincic, esa constante compañía evocaba una extraña fascinación, e inesperado alivio por haber logrado cautivar a alguien ajeno a su círculo familiar o amoroso.
⠀⠀⠀⠀Aunque implicara soportar una molestia constante, encuentra en ello una suerte de consuelo; Matías es la piedra que habita al interior de su zapato y, paradójicamente, le proporciona un atisbo de conexión con el mundo exterior.
⠀⠀⠀⠀Y por más de no querer sonar evidente, aquello era lo que Sofía, su risueña novia, había buscado desde un comienzo: Ver como su introvertido uruguayo, platicaba con otros durante aquel rodaje.
⠀⠀⠀⠀Prohibiendo que dependa de su propia compañía.
⠀⠀⠀⠀Enzo, en ciertas ocasiones, había sentido breves arrebatos de estrés provocados por el chiquillo argentino, no obstante, también disfrutaba del torrente de palabras que salían de su boca, incluso cuando estas era pura insensatez, pues de algún modo le permitieron esquivar la necesidad de contar algo de sí mismo.
⠀⠀⠀⠀Haciendo mención por segunda vez, la energía que emanaba Recalt, tan intensa e incomprensible, resultaba difícil de ignorar. Enzo se recordaba a sí mismo a esa edad, pero nunca cree haber sido tan estruendoso ni despreocupado como aquel joven.
