Ciudades en el mar

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Los ojos de Harry parpadearon un par de ocasiones debido al repentino cambio de look de Luna, sus rizos rubios habían desaparecido, llevaba un corte lob en capas, el cual llegaba a la altura de la clavícula y la zona de la nuca era más corta, sus puntas hacían hermosos rizos, le daba un toco más rebelde y maduro. La mano del chico se dirigió acariciar uno de los rizos, "Es tan hermosa" el adjetivo se posó en su mente sin pedirle permiso pero tan honesta, porque era completamente verdad.

—Fue imposible quitar la goma de mascar así que tuvimos que cortar, le he mandado una carta a Fred con los resultados ya que necesita mejorarla o recibirá muchas demandas de chicas pelonas. —Argumento en tono dulce sacudiendo su cabeza.

En las puntas aún quedaban un poco de sustancia color rosa, le daban un toque encantador, el héroe de la guerra se quedó embobado mirando esos rizos, entonces cayó en cuenta que nuevamente sus ojos se perdían admirando cada uno de los rasgos físicos de su amiga, lo peor era cuando antes de dormir su cerebro evocaba aquellas imágenes donde se detalla hasta el mínimo rasgo, es como si se los hubiera aprendido de memoria.

—Sé que es muy corto pero me gusta, así no tendré calor en primavera aunque tendré que usar una enorme bufanda en invierno ¿te gusta? — Le cuestionó con una sonrisa mirándolo fijamente a los ojos.

—Luces hermosa. —El cumplido se le escapó sin haber pasado antes por su cerebro, dirigió su vista a otro punto de la sala porque sus mejillas se pintaron de tonalidades rojas. —Te dije que no era buena idea ser el conejillo de pruebas de Fred.

La rubia soltó una sonrisa para de un salto ponerse de pie e iniciar su camino a lado del moreno, su amistad había aumentado considerablemente desde que se volvieron los empleados oficiales de Sortilegios Weasley. Harry huía del constante acoso de la prensa y sus seguidores, la bodega de aquel almacén fue su refugio mientras Luna escapaba de lo solitaria que estaba su casa desde que su padre fue ingresado a San Mungo. Por increíble que fuera ambos pasaban horas y horas conversando de temas "tontos" y fantasiosos, se volvieron adictos a un aparato muggle llamado televisión. Crearon su propio mundo donde solo cabían ellos dos.

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Ginny caminaba por los pasillos rodeada por sus amigos, admiradores y algún que otro lambiscon, la capitana del equipo de quidditch era una de las chicas más populares en el colegio. Era dueña de increíbles atributos dignos de admiración su avasalladora personalidad, su participación y liderazgo mostrada en la guerra, y claro también le ayuda el ser novia del héroe nacional. Ella disfrutaba de ser el centro de atención, le agradaba asistir a los eventos porque mantenía ocupada su mente y no recordar que a la hora de la cena había un lugar vacío en la mesa de su hogar. A lo lejos alcanzó a observar a su novio y una rubia, se despidió de su séquito de seguidores corrió hacia ellos con los brazos abiertos, entonces rodeó a Luna, a quien creía era su auténtica amiga, junto a Hermione.

—Que bueno que estas bien. —La pelirroja comentó entre sonrisas tocando el cabello corto de la rubia. —Deja de seguirle el juego a mi hermano pero luces fantástica con ese nuevo corte.

La pelirroja llevó los ojos a su novio, quien nuevamente no podía esconder su "fascinación" por Luna, algo dentro de sus entrañas se removió pero decidió ignorarlo prefería mil veces a ese Potter que al héroe deprimido después de la guerra, detesto aquel personaje deprimido que vagaba por su casa, por eso nunca se opuso y permitió que su amiga "sanará" sus heridas ya que ella no estaba lista para hacerse cargo.

—Las puntas de sus cabellos son azules. — Mencionó fascinado Harry al ver como el cabello del águila cambiaba de tonos con la luz pasando el brazo por los hombros de la menor. —No sabía que se reanudarán tan pronto los partidos ¿vas a entrenar con el equipo?

SerendipiaWhere stories live. Discover now