Dos

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Esa tarde salen con su grupo de amigos. Ambos van por separado, pero se chocan en la cocina de Fer y ya no se separan más.

No hablan de lo que pasó la semana pasada, sólo se comportan como 2 amigos que no se ven hace tiempo.

Son buenos amigos. Siempre se han llevado bien. Se hicieron cercanos porque son parecidos, introvertidos y tímidos cuando conocen gente nueva; sarcásticos y bromistas cuando tienen confianza. También se llevan porque se complementan; Esteban es organizado y tranquilo, Blas es impulsivo y arma jaleo cada vez que puede.

La gran diferencia entre ellos es que Esteban nunca sería tan cruel como lo es Blas.

No sería tan cruel como para no despegarsele en toda la noche, siendo que lo dejó colgado hace una semana atrás. No, Esteban nunca haría eso, mucho menos los alejaría de la junta y lo invitaría a sentarse en el sillón junto a él.

Blas hace todo eso, obviamente.

Están recostados en el sofá en L de Fer. Kuku está acostado sobre el hombro de Blas, mientras que este lo abraza por la cintura con posesión. Reacio a que alguien los viera, Esteban se puso una almohada encima.

Blas le hace mala cara. Tiró el objeto a un lado cuando uno de los chicos pasó por ahí.

Esteban sabe que debe decir algo. No pueden seguir siendo amigos con un elefante así en la habitación. Hace el ademán de sentarse derecho, pero Blas presiona su cintura y lo mantiene hacia abajo.

—¿Qué querés?—Pregunta el de rulos, como si estuviera ofreciéndole un vaso de agua.

La pregunta es tan abierta que no sabe cómo responderle de forma ingeniosa.

—¿Te vas a ir?—Vuelve a interrogar Blas, con voz melosa. Cola una mano por debajo de su polerón.

Acaricia su abdomen y Esteban le pega un manotazo antes de sentarse erguido.

—¿Qué onda, Blas? No hagas eso.

—¿Qué?—Se gira hacia él, estupefacto— ¿Ahora me desconocés?—Suspira y se ríe sin gracia— ¿Por qué te gusta hacer las cosas incómodas?

—¿A mí?—No lo puede creer— ¿Me estás jodiendo? Vos hiciste eso la otra vez, Blas. Me ignoraste toda una semana, boludo.

El chico se echa hacia atrás en el sofá, cruzándose de brazos.

—¿Querés saber por qué me enoje?—Mira a Esteban con un puchero en los labios.

—Si sos tan amable de explicarme.

—Creo que me estoy enamorando de vos—Dice, con un tono suave.

Esteban se queda estupefacto unos segundos. Gustarle a Blas explicaba todo y nada. La confesión lo hace considerar sus propios sentimientos, y si–

Blas rompe en carcajadas.

—¿Por qué ponés esa cara de pelotudo?—Se burla— ¿Acaso te gusto?

Kuku hace una mueca y se levanta del sofá. Realmente Blas era un imbécil.

☘︎

Estaba tomándose una cerveza con Simón en el balcón, a veces se reían y él rozaba su brazo con el suyo, o directamente su mano tocaba su cintura.

Ahí comenzó la segunda vez.

Esteban y Simón también eran amigos, no tan cercanos como lo era con Blas, quizá entre ellos siempre hubo una tensión extraña.

Y cuando la tensión está por desenvolverse en forma de un beso, un vaso quebrándose suena del otro lado del balcón.

3 veces (ʙʟᴀs x ᴇsᴛᴇʙᴀɴ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora