𝐖𝐚𝐫 𝐎𝐟 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭𝐬 • 𝗕𝗿𝗶𝗱𝗴𝗲𝗿𝘁𝗼𝗻

𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

Guerra de corazones

- War Of Hearts.

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Un torbellino, Benedict sabía que así se veía caminando de un lado a otro por toda su casa.
Subía por las escaleras, caminaba hasta el fondo del pasillo, miraba por la ventana, regresaba por donde había venido. Luego, entraba en el despacho de Anthony, miraba los libros, salía, entraba en el salón de té informal, se encontraba con su familia quien lo compadecía por haberse enamorado de la reina de Inglaterra.
En cuanto vio las miradas de sus tres hermanas menores y su madre, se vio en la obligación de salir casi corriendo de ahí.
El único lugar donde tendría paz y tranquilidad, sería fuera de su casa.

Así que bajo las escaleras tan rápido como para tropezarse, pero no lo hizo.
Afortunadamente estaba vestido para salir.
Humboldt (el lacayo de la puerta) le pasó su chaqueta, negra.
Todos seguían vistiendo de negro por respeto a la familia real, y para guardar luto por su monarca.
Habían estado vistiendo de negro por varios días, y seguramente seguirían usando el color hasta que alguna de las dos reinas decidiera empezar a usar otros colores.
Benedict tomó su chaqueta. Metió sus dos brazos para ponérsela y estuvo a punto de salir, cuando escuchó la voz de Colin.

—Hermano, ¿a donde vas? —. Preguntó, acercándose a él.

—Voy a salir —. Replicó Benedict, guardando el misterio.

—¿A donde?

—A Hyde Park —. Era una mentira, en realidad saldría a deambular por ahí.

—Te acompaño.

—Estoy bien así.

—Vamos...

—Colin, quiero estar solo, si no te molesta —. Colin asintió a medias.

Anthony no estaba, y seguramente le había pedido a Colin que mantuviera a raya a Benedict.
Todos sabían que era tan imprudente como para salir corriendo hacia el palacio de Buckingham y buscar a la princesa..., o bueno, a la reina.
Pero Benedict no tenía intenciones, no por el momento.
Sabía que ahora sería muy difícil estar con ella, sería complicado verla.
Benedict se despidió de Colin y salió de su hogar bien pasadas las tres de la tarde.
No estaba tan soleado como imaginó, pero supuso que aún así, era un buen clima para caminar un poco.

Al cruzar las calles y caminos, se percató de que todo Londres estaba pintado con una tristeza inigualable.
Benedict jamás había visto la muerte de un rey, pero los ingleses eran muy afectos y leales a sus monarcas, por supuesto que las calles se pintarían de gris y negro, claro que la mayoría de personas se verían afectadas por la gran pérdida.
Así que Ben caminó por los senderos tranquilos de Hyde Park, lejos del palacio de Buckingham que estaba solo a unos treinta minutos a pie.
Había muy poca gente en el parque ese día, y los que paseaban por ahí, lucían miserables.