Dias Grises.

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Otro día, mi tía fue a la escuela y habló con los maestros y directores para poner en marcha medidas contra la homofobia.

Cuando llegué a casa, encontré una carta dirigida a mí. La abrí y era una carta de mi padre para su hijo:

"Sé que puede llevar tiempo reconstruir nuestra relación, pero estoy dispuesto a hacerlo, paso a paso, con paciencia y sinceridad. Por favor, háblame de tus sentimientos y necesidades, y juntos encontraremos la manera de construir una relación más fuerte y significativa."

Leí la carta tres veces seguidas.

"¿Qué pasa, Harry? ¿Quién te mandó una carta?" preguntó mi tía.

"Fue mi papá", respondí.

Mi tía estaba tomando agua y dejó caer el vaso, que se rompió en varios pedazos muy finos.

"Déjame leer la carta", dijo mi tía. "Él es un inútil, ¿cómo va a venir a recuperar el tiempo perdido? El tiempo no se recupera", dijo con rabia.

Algunas lágrimas cayeron de mis ojos. Me preguntaba por qué mi papá se fue sin darme una explicación.

"No llores, arreglaremos esto", dijo mi tía.

Fui a mi habitación a escuchar música en el tocadiscos que mi tía me regaló y grababa un mensaje de voz para mi papá.

"Llamaré para hacer una cita con la psicóloga", dijo mi tía con una sonrisa, aunque se notaba que había llorado.

"Está bien, pero no estoy loco", dije con cara confundida.

"La psicóloga te ayudará a encontrar respuestas sobre las dudas de tu corazón", dijo mi tía.

Me monté en el carro y fuimos a ver a la psicóloga.

La sala era de tamaño mediano, con paredes en tonos suaves como beige o verde claro para crear una atmósfera relajante. En una esquina había un escritorio de madera con una computadora y algunas carpetas organizadas. Sobre el escritorio, había unos retratos con una foto familiar o una imagen reconfortante.

"Hola, me llamo Isabel, soy tu psicóloga. Cuéntame de ti", dijo la psicóloga.

Ella era una mujer de mediana edad, con una expresión cálida y empática en su rostro. Tenía el cabello corto y oscuro, y unos ojos profundos que reflejaban su atención y comprensión.

"Hola, soy Harry. Vengo de Hawái. Desperté un día y mi papá ya no estaba en el otro lado de la cama, y no sé si me gusta mi vecino. No sé si soy gay", dije.

"Harry, es normal sentir confusión cuando se trata de tu orientación sexual. Es importante recordar que está bien tener preguntas y tomarte tu tiempo para entenderte a ti mismo. La orientación sexual es algo personal y puede llevar tiempo entenderla completamente. Entiendo que el abandono de tu padre ha sido una experiencia muy dolorosa para ti. Es normal sentirse herido, confundido o enojado por esta situación", dijo ella con una voz cálida.

Hablamos por 30 minutos más y luego salí.

"Hola, Emma, ¿cómo ha pasado el tiempo?" dijo Isabel.

"Hola, Isabel, hace mucho que no nos vemos", dijo mi tía.

"¿Este es tu sobrino?", preguntó Isabel.

"Sí, es mi sobrino. Mi hermana vino hace poco de Hawái", dijo mi tía.

"Qué chico tan encantador", dijo Isabel.

"Está bien, luego nos vemos en la próxima cita", dijo mi tía.

"Adiós", dijo Isabel.

Salimos en un día frío con lluvia. Cuando llegamos, don Leonardo y Adán estaban afuera moviendo las plantas, pero cuando vieron el carro de mi tía, entraron corriendo a la casa. Hace días que no voy a la escuela mientras me recupero de mi depresión, y la situación con la homofobia es un tema difícil. Mi tía y don Leonardo tuvieron una gran discusión, y ni yo ni Adán podemos hablar ni acercarnos. Mi tía no me dejó volver al boxeo porque ahí podría ver a Adán.

"Sus ojos azules eran como el mar en calma antes de la tormenta."

Harry

EL OCÉANO EN TUS OJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora