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Era sábado y eso significaba una sola cosa: reunión de intercambio.

Con Charlie a su lado, Clara se dirigió a la casa donde se realizaba dicho evento. Estaba un poco nerviosa, ya que hacía tiempo no veía a Thom y, con sus nuevos sentimientos creciendo hacia Enzo, pensó que tal vez no sería lo mismo.

Sin embargo, cuando se cruzó con el chico, fue un poco como volver a la normalidad, antes de Enzo.

— ¿Cómo estás? —la saludo Thom, con un vaso de algo en la mano.

— Bien, tanto tiempo, ¿vos?

— Bien, también —contestó el chico, tímidamente.

Los dos se movían como tontos mientras intercambiaban algunas palabras, pero nada en concreto. De un momento a otro, Clara se dio cuenta de que estaba aburrida, de que lo que sea que Thom estuviera hablando la aburría.

— Entonces me dijo...

— Thom, ¿me buscarías algo para tomar? —lo cortó Clara.

— Sí, claro, ¿cerveza?

— Sí, dale —Clara odiaba la cerveza.

Charlie se le acercó por detrás, riendo.

— Eso sí que fue incómodo —dijo su amiga.

— Creo que quiero irme a mi casa.

— ¿Tan mal la estás pasando? —preguntó Thom, apareciendo con una lata de cerveza en la mano.

Clara no sabía dónde meterse.

— Estoy un poco cansada, mi nuevo trabajo es agotador —mintió.

— Ah, sí, me enteré de que trabajas para un jugador de fútbol —dijo Thom, intentando sacar conversación.

Clara le contó un poco sobre lo que hacía, pero realmente no quería estar ahí. Así que fue resumiendo todo rápidamente, no quería hablar demasiado de Enzo.

Luego de un rato de charlas innecesarias, Clara se despidió de Thom y Charlie, y con un cigarrillo en mano, caminó las calles que la separaban de su casa.

Fue todo el camino pensando.

Recordó a Enzo sin remera, jugando un poco con ella, como si supiera sobre sus sentimientos y entonces, de la nada, apareciendo delante de Clara, un poste.

Se lo tragó entero, haciéndola ver estrellas mientras este golpeaba su ojo izquierdo.

Primero, puteo. Segundo, empezó a reírse.

Estaba tan estúpida que se había chocado un poste, que se ve desde un kilómetro de distancia, todo por ir pensando en su jefe.

Se llevó la mano a su ojo, intentando calmar un poco el dolor que sentía.

Una vez en su casa, se quitó los borcegos, los abrigos, la bufanda y se cambió a ropa más cómoda. Se dirigió a la cocina, donde se preparó un té y se sentó en el borde de la ventana, como siempre suele hacerlo, y se dedicó a mirar a la nada mientras pensaba en demasiadas cosas a la vez.

Por su cabeza no solo pasaba Enzo, sino que además extrañaba mucho a su familia, su hogar, sus amigas. Las videollamadas no eran suficientes, no había nada que la hiciera sentir en casa, por más que amaba donde vivía.

Cerró los ojos, inspiro el olor del té, y bebió un trago corto, este llevándole calor a todo su cuerpo.

El ojo le dolía bastante, todavía no se había visto, por lo que fue al espejo y se miró. Se sintió extremadamente tonta cuando vio que un moretón empezaba a asomar, su piel de un color amarillento raro. Además, se había cortado un poco la ceja, lo que le causo gracia.

𝓛𝓪 𝓬𝓸𝓬𝓲𝓷𝓮𝓻𝓪 | ᴇɴᴢᴏ ꜰᴇʀɴᴀɴᴅᴇᴢ | ᴄʜᴇʟꜱᴇᴀ ꜰ.ᴄ. | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora