chapter XIX

1K 129 10
                                    

Cuando una criada anunció que Alicent había solicitado ver al bebé, Maegor se burló mientras jugaba con Helaena, moviendo la muñeca en su mano de manera tonta para entretenerla. Sin embargo, al enterarse de que Rhaenyra había dejado de descansar tras el parto, su actitud cambió drásticamente. Enfurecido, soltó la muñeca al suelo.

Rhaenyra estaba mucho más arriba de lo que Alicent jamás estaría, a menos que se acostara con Viserys. Pero no, era su esposa, su consorte. Maegor la odiaba, sí, pero eso no quitaba el hecho de que ella sacaba provecho de su matrimonio.

"Maegor..." La pelirroja lo miró asustada por su repentina entrada, mientras una de las criadas daba los últimos detalles a un nuevo vestido.

"¿Te crees la reina, Alicent?" preguntó, apartando a la joven que terminaba el vestido para poder estar frente a la Hightower. "¿Qué te hace pensar que puedes ordenarle algo a Rhaenyra?" Apenas notó si Aemond estaba presente, mientras Helaena no lo viera siendo violento, todo estaría bien.

"Soy tu consorte..." intentó decir la mujer, preocupada de que su hijo viera algo que no debía.

"Exacto, no eres nada. Rhaenyra es una Targaryen. ¿Y tú? Una mocosa inútil que quedó embarazada de un capa blanca. Tres de tus cuatro hijos no son legítimos, Hightower, así que no tienes derecho a opinar sobre niños que sí lo son."

"Pero, Lucerys es..."

"Príncipe Lucerys para ti."

Lo siguiente que Aemond supo fue que su madre había sido abofeteada por el hombre al que tendría que llamar padre, aunque en realidad era su primo. Con una mano sosteniendo con fuerza el cabello pelirrojo de Alicent, Maegor la sacó de la habitación sin importarle que el vestido se cayera y que ella no tuviera más que un camisón grueso en su cuerpo. Aemond titubeó, sin saber si seguirlos.

El niño no adoraba a su madre ni tenía un sentimiento fijo hacia Maegor más allá de la admiración. A sus ojos, Maegor era más hombre que Daemon por aceptar a tres bastardos y darles su apellido. Quizá lo hizo porque estaba casado con Alicent, pero aun así lo hizo. Él era un padre para la mayoría de los jóvenes.

Lo fue para Baelon, que ya estaba cerca de buscar candidatas para un matrimonio; lo fue para Ragnar, que ahora tenía el señorío de Runestone; lo fue para Aegon durante sus primeros años, hasta que Cole dijo una estupidez; lo fue para Helaena, que era su verdadera hija; lo fue para él, enseñándole decentemente sobre la espada; y lo fue para los hijos de Rhaenyra, que tenían un padre amoroso pero ausente. Mordiendo su mejilla, el niño tomó una bata azul y caminó tras los adultos, esperando poder dársela a Alicent antes de que fuera humillada.

Se encontró con Baelon en las escaleras, quien silbó con ligera burla cuando Alicent fue abandonada en los escalones mientras Maegor bajaba rápidamente para sostener a Rhaenyra.

"Lady Alicent..." El rey la miró con incredulidad, casi con reproche.

Aemond puso la bata en manos de su madre y se acercó a Baelon, quien puso su codo sobre su cabeza. Los nobles comenzaron a formar un círculo, intercalando la mirada entre la apenas vestida Alicent y la recién parida Rhaenyra.

"¿Le dio una bofetada?" preguntó Baelon, viendo que su hermana estaba bien atendida. "¿Por qué? No pensé que estaban tan mal..."

"Mamá pidió ver al bebé de la princesa", respondió Aemond, acercándose a Helaena apenas la vio. El rey miró a Alicent como si le hubiese salido un tercer ojo. Su hija fue sentada inmediatamente en una silla y Laenor agarró firmemente al bebé, Joffrey. Las parteras no tardaron en revolotear alrededor de Rhaenyra. Viserys no volvió a mirar a Alicent, negando lentamente ante el hecho de que aquella mujer intentara hacer algo tan vil contra su querida Rhaenyra.

Maegor is back Donde viven las historias. Descúbrelo ahora