CAPITULO 28

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Poché.

-LLAMEN A UNA AMBULANCIA!!- grite desesperada.

Verla, tirada, con una bala que atravesó su pecho, la sangre salía sin control, mientras sus ojitos se esforzaban por tenerlos abiertos.

Una mano tenía presionando su pecho para evitar el desangrado, con la otra sostenía su cabeza, mis lágrimas salian sin parar, sus ojos avellanas perdían su luz, mientras que por su boca, salía sangre sin control.

-Vas a estar bien, amor- le dije llorando.

-No lo se, poché- me respondió, forzando una sonrisa.

-Tranquila, no te esfuerces- mis lágrimas salian al verla.

-Tengo que hacerlo- sus palabras salían con dolor.

-Vas a estar bien.

-N-o no lo s-e pitufo- dijo entrecortado.

Escuchaba como los policías de llevaban a Mateo, escuchaba como el detectives llamaba a una ambulancia, escuchaba las quejas de ella, escucharla me dolía más.

Sentía que mi vida se iba junto con ella, sentía como mi vida desaparecía al verla, sola una cosa se me vino a la mente; no podría vivir sin ella.

-Recuerdas que te dije...- se detuvo unos instantes, sabía que su dolor estaba aumentando-...que iba a estar contigo siempre?

-Si, lo vas a cumplir, yo lo sé chiqui- mis lágrimas salian sin control.

-No lo se...- se quejaba, cada que hablaba- ya no se.

-Ya no hables, guarda fuerzas.

-Mis últimas fuerzas, las quiero gastar...auch- dijo haciendo una mueca.

-Ya Dani, ya no lo intentes.

-Te quiero decir, que te amo.

-Yo igual te amo.

Se escuchaba de fondo la sirena de una ambulancia, se escuchaban voces, pero lejanas.

Todos mis sentidos, estaban concentrados en ella, en esos ojos avellana que se estaban apagando, en una sonrisa forzada, en sangre saliendo por aquella boca que yo amaba besar.

Todo de mi se iba, se iba al verla, sentia mi vida irse de tan solo verla, me había regalado tanto, no podría estar más sin ella, no podría aceptar que se iba a ir, no queria que se fuera, no cuando nuestras historia recién inicia.

-Mandaron a la ambulancia más cercana, señorita Garzón- dijo Johan quien se acercaba.

-Rapido- susurre viéndola.

-Tranquila, amor- me dijo ella.

Trate de retener toda la sangre que salía de su pecho, me dolía verla quejarse, me dolía verla cerrando sus ojitos y luego abriéndolos con dificultad.

Las sirenas de la ambulancia se escuchó aun más cerca, entonces entraron tantos paramédicos, con camillas, que me hicieron alejarme de ella.

-Herida de bala, está desangrando mucho...- se escuchaba a uno de ellos.

Pero mis oídos se nublaron, de repente ya no los escuchaba, solo la veía, la veía a ella.

La cargaban entre dos para poder subirla a la camilla, mientras ella me miraba forzando una sonrisa, sus ojos avellanas me mostraba amor y dolor, reaccioné al ver cómo la sacaban hacia afuera.

La seguí atrás de ellos, todos actuaban rápido para poder salir de aquella casa, salí al exterior y ver a Mateo contra el auto de la policía, esposado, me hizo sentir rabia.

La cantante Daniela Calle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora