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El día continúa hasta que es momento de irnos, como cada lunes, yo lo espero media hora para irnos a la tienda juntos, yo termino mi última clase a las doce y cuarto y él, doce con cuarenta y cinco. Así que salgo al estacionamiento y subo al auto. Con las llaves en mi poder, enciendo el auto, pongo un rato el aire acondicionado y después de un par de minutos lo apago para encender la radio. Apenas pasan unos segundos de eso cuando viene Gustav hacia el auto, un chico rubio con anteojos, parece muy agradable aunque no ha habido ningún pretexto para hablarnos, solamente aquel día que me preguntó si traía algunos vendajes para sus dedos.

—Hola —saluda poniéndose a la altura de mi ventanilla.

—Hola —correspondo el saludo aunque con extrañeza, pues nunca hemos hablado más allá del salón.

—Estamos juntos en la clase de titulación, —Ah claro, es la única clase que tenemos juntos—, y me preguntaba si podríamos hacer algo juntos. Me refiero a que si podemos trabajar en algún proyecto juntos.

—Tocas la bateria, ¿no?

—Así es.

—Bueno, mi he... —me interrumpo de manera rápida al notar mi siguiente palabra, y es que son tan pocas las veces que hablo con alguien más de mi relación—, yo cantaré, estoy estudiando composición y mi novio producción. Ya habíamos hablado que necesitaríamos algunos músicos así que sí, déjame hablo con él y serás bienvenido.

—Perfecto, igual si necesitan un bajo conozco a alguien, se llama Victoria y es genial.

—Claro, yo hablo con él. Mañana te tengo una respuesta.

—Excelente. Bueno, tengo una última clase. Nos vemos mañana.

—Cuídate.

No puedo esperar a verlo para comentarle que tenemos potencialmente a un baterista y bajista el mismo día. Tendríamos que escucharlos primero, pero tienen que ser muy buenos para que también estén en la recta final de nuestra carrera. Así que le envío un mensaje de texto con la noticia. A lo que él me responde con algo que no imaginé y apaga mi emoción.

«Genial. Oye, estoy en medio de una demostración y un chico se tardó demasiado, sigo después de Alicia y ella va detrás del chico que está ahora. No sé si me expliqué. Perdóname, vete a la tienda y allá te veo. Te amo, Bill».

No respondo porque me pone demasiado triste, exagero lo sé, pero nunca nos vamos aparte, si me sentí mal cuando abordé el autobús ayer, me siento peor cuando nos vamos separados, y no me molesta ni preocupa aceptar mi codependencia, él lo sabe y a veces, jugamos con el hecho, aún así tomo un respiro y contesto su mensaje.

«Bien. Vete con cuidado. ¡Rómpete una pierna! Te amo, Tom».

Arranco para la tienda y en cuanto llego, veo algunas personas. No me desagrada el trabajo, incluso disfruto atendiendo a las personas, esta ocasión son dos chicas que están esperando poder pagar sus artículos.

Primero las atiendo a ellas, luego Linda me pide ir a la bodega, luego dos personas más buscan modelos y colores específicos de cuatro prendas. El móvil me avisa que tengo un mensaje, ya son la una con cincuenta.

«Apenas va a hacer mi turno. Salgo de aquí y voy directo a la tienda».

«Con cuidado, amor».

El trabajo en lunes no había sido tan agotador, por lo regular los lunes son días muy relajados, sin embargo, algo pasaba hoy porque no había podido sentarme. Veo el móvil nuevamente y el reloj en la pantalla me decía que ya estaban a punto de dar las cinco de la tarde. No hay mensajes, ni llamadas perdidas. Nada.

In die Nacht - Recuperándote [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora