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Sintiendo una inmensurable incomprensión de la comprendida inmensidad, incapaz de cohesión, experimentó la infinita paz.

La bella doncella, de curvas perfectas moldeadas al ojo mental de su placer banal, no era cuerpo, sino esencia, lo que el conjunto de puntos totales veía en su conjunto. La abrazó, posando el hemisferio derecho de su rostro en su suave vestido rojo, sintiendo la calma más pura y inocente como si fuera un niño, mientras congeniaba en su ser, noto su piel, portadora del perfecto tesón, la densidad de la misma y sus pequeñas manchas eran en sí mismas perfección. Sin decir nada, solo emanando la secuencia que precede a los finales, no realizó un movimiento alguno, mientras el congelado la observaba, el supo de repente y sin querer saberlo y reconocerlo, que su conocimiento del más allá había llegado a su término. No hubo mediación de lo que en tierra llamaríamos pensamiento. Comenzó a correr en inútil desesperación ; el pasillo no tenía fin. Del beige más puro al azul más oscuro, el último cuarto presentaba una escalera. Abajo, el inventor más audaz, concebidor de lo natural, el insecto su estómago y lo que ha de comer en la cadena, en su taller el lo aguardaba tranquilo, jugando como un hábil titiritero relojero.

Él no supo rendirle honores... Su mano, con miedo en ebullición y desesperación en los movimientos quemó agresivamente su brazo. El temor de perder el saber lo llevaba a una despedida difícil. El quiso enmendar su error. El inventor, con la humildad propia de un hombre mayor que a su vez resultaba ser la nutrición del concepto de paciencia sostenía que no era nada. Cuando ella llegó a la última habitación de azul profundo, al bajar la escalera y presenciar el hecho, se le apretó el corazón, una presión en la garganta y la más dulce y genuina preocupación de madre. "Lo heriste...",

"- No es nada, corazón",

"- Déjame levantar la tela, solo quemó tu piel, tu traje de trabajo está intacto"

"-No puedo perder el ritmo aunque quiera hija mia"


Ella tomó el filo más pequeño y retiró la ardida y rosada piel en un corte limpio. No se derramó ni una gota de sangre, mientras el culpable en agonía aceptaba su culpa y el humilde con entusiasmo y genuina emoción le mostraba la maravilla de sus criaturas mientras se recuperaban sus heridas. Sus insectos mecanisados por el ritmo de sus relojes se alimentaban unos de otros, siempre con un propósito. Ella no deseaba observarlo. Le concedió un momento para presentar la secuencia que concluye todos los finales. Comenzó entonces de forma abrupta, como si no hubiera otra opción, el viaje, el viaje que precede a todos los olvidos. Se vio a sí mismo, vio a dios, corrió por las venas y arterias de su brazo. Pero al llegar hacia su mano, las imágenes que antes eran incomprensibles, acercamientos a la infinita complejidad, se distorsionaban y se volvían cada vez más paganas. "Quiero volver, quiero volver, quiero volver", en desesperación mientras descendía hacia la mano y todo lo divino quedaba en vano junto al olvido, y repentinamente despert...

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⏰ Última actualización: Mar 26 ⏰

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