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Unas pequeñas manos se elevaban hacia Gon. Los sonidos de balbuceos estaban presentes en la tienda y el moreno solamente sonreía por los halagos que recibía de su hija.

Por otro lado, el gran oso panadero estaba mortificado.

Al momento que los comensales se fueron decidió hablar:

—Gon, esto no se puede repetir otra vez… Estuve invernando y ahora, tenemos a una bebé que cuidar.

Estaba angustiado. Si podía cubrir los gastos de la recién nacida pero temía que el éxito que estaba teniendo se terminara.

—Lo siento Killua, estuve muchos meses sin verte y yo… solamente actúe sin pensar. No me imagine que fuera posible que naciera siendo de especies diferentes.

En parte tenía razón. Aunque no le molestaba que ahora con una nueva niña estuvieran los dos comprometidos en cuidarla.

Aunque nació sin características de un oso. Parecía una humana común y corriente.

—Déjame cargarla un rato. Seguro ya va a querer comer. —tomó a la bebé para simular una cuna entre sus brazos.

El azabache miraba con cariño. Killua la trataba como si fuera a romperse y era bastante atento.

Buscaba darle la mejor comida y que no pasará frío por las noches. Hasta se quedaba despierto después de que llorara por atención en medio de la noche.

Mientras la atendía el menor, Gon se encargaba del local que desde que nació Lukia estuvo con muchísima gente. Tuvieron que contratar empleados y la demanda subió a un punto donde debían sacar más panes de lo usual.

Por suerte no se perdía nada y si quedaba normalmente el moreno se lo comía sin pensarlo.

—Deberíamos mudarnos del local… —pensó Killua. Ahora necesitaban su privacidad y ver a los clientes afuera desde la madrugada hacía que no tuvieran tiempo de compartir con tranquilidad.

El albino firmó un acuerdo para abrir una segunda tienda. Ahí fue donde se mudaron a un apartamento.

Ahora solamente supervisaba la venta y producción de su empresa. Aunque era agotador también, ya que resultaba ser muy perfeccionista.

Aunque lo que más temía en ese momento era que nuevamente tocaba sus meses de invernar.

—Gon, no hagas nada raro en estos días…

Lukia estaba más grande y sin señales de ser mestizo como él. Cosa que agradece porque así no la iban a desplazar de la sociedad.

—¡Killua! No tienes que preocuparte por nada. Ya nuestra hija está en una guardería y yo estaré atento a cualquier cosa.

Gon lo empujaba para que se quedará en su cama matrimonial. Con una sonrisa que no lo dejaba tranquilo.

—Es-está bien… te voy a extrañar.

Los ojos almendrados brillaron por la confesión y se dieron un beso profundo.

Antes habían estado compartiendo intimidad por un buen rato. Pero aunque Killua ya había entrado en su estado de sueño profundo, su novio no se despegó de su lado.

Su mirada brillaba en lujuria.

—Mooh ~ Killua… Te vas a enojar mucho pero por ahora no lo sabrás.

Se desvistió con lentitud. Dándole besos en el rostro suave de su amado.

De solo hacerlo con el albino dormido le causaba un tipo de fetiche extraño. Cosa que claramente quiso volver a hacer desde que se despertó.

Reaccionaba a sus acaricias como si estuviera despierto. Así que fácilmente su hombría estaba despierta de solo frotarla contra su trasero, separando bien las piernas y gimiendo bajo cuando el bulto empezaba a crecer.

Quería tener muchos hijos con Killua. Tal vez no se detendría si el mismo albino no le pone límites, porque el mismo no iba a parar.

El rostro rosado de su novio mientras descansaba lo incentivaba. Moviendo más rápido sus caderas hasta que no fue suficiente con la fricción.

Prepararse ahora que el pálido lo hacía por él resultó un poco molesto. No se sentía tan lleno como cuando Killua lo hacía, no era la misma sensación que lograba hacer que delirara del placer.

Poco a poco hundió sus dedos en su entrada hasta que se enterraron por completo. Apenas se levantaba un poco, mientras sus piernas se mantenían separadas y se concentraba en la respiración agitada del que tenía debajo.

Un gran gemido salió de su garganta al tocar su próstata con dos de sus dedos.

—¡Ah! ¡Killua! —había dado de nuevo en el mismo punto al meter los dedos juntos lo más profundo que podía. Deseaba que se despertará y lo hiciera perder la cabeza al penetrarlo sin parar, pero sabía que por ahora no iba a ser posible.

Completamente abierto, sus piernas temblaban al momento de bajarle la ropa interior junto al pantalón para que el miembro pálido saliera a su libertad. Duro y soltando líquido pre seminal.

Gon lo observó más que ansioso, pasando su mano de arriba abajo. Bañando esa sustancia por todo lo largo hasta manchar su mano por completo.

—Espero que nazca un niño… también quiero uno.

Diciendo esto, bajó con lentitud al acercar la punta a su entrada donde inmediatamente fue apresada por sus paredes. El moreno sudó al instante que la longitud iba por la mitad.

Apretó sus propios pezones. Pellizcando y presionando entre sus dedos como Killua lo hacía.

Relajándose, terminó de bajar sintiendo su trasero chocar contra los muslos contrarios. Inmediatamente se levantó para comenzar a moverse, dejando caer su cabeza hacia atrás.

—¡Ahm! ¡Ki-Killua! ¡Se siente tan bien! —no puede dejar de levantar sus caderas. Balbucea cada vez que el pene de su novio llega tan profundo y golpea su zona sensible mientras sigue apretando sus pezones.

Puede escuchar los suspiros de Killua y ciertos sonidos que no le presta atención. Tal vez está soñando con él pensando que es solo un sueño.

Pronto el cosquilleo característico del orgasmo le nubla la visión con lágrimas. Es mucho abuso en su interior, suelta mucho líquido pre seminal dentro y hace todo más errático.

Se debe apoyar de la cama por la debilidad que siente por el esfuerzo de estarse complaciendo por unos minutos sin parar. Igual el miembro sale y entra con facilidad hasta hacer que Gon curve su espalda por los espasmos que presenta.

—A-adentro Killua, lo quiero todo… —sentirse lleno es adictivo. Abre la boca en un lío de gemidos agudos sin parar de moverse y se corre dejando tiras de semen en el abdomen de su pareja.

A los pocos segundos su interior se llena hasta desbordar. Haciendo que se retuerza con cada descarga hasta que por fin se detiene.

Separa su propio trasero con una de sus manos para chillar como un hilo de fluidos se va deslizando por sus muslos.

El miembro se mantiene dentro debido al nudo. Gon se acomoda acostado encima de Killua dándole un beso en la mejilla, agitado y con los ojos entrecerrados por el cansancio.

Pasado los meses el albino por fin despierta. Agotado sin saber porqué más que la vez anterior.

Trata de ubicarse en las semanas que se perdió. Buscando a su novio, a su hija y en eso escucha unos ruidos que vienen de la cocina.

Se acerca con lentitud y ahí estaba, el moreno cocinando mientras llevaba un delantal rosado que era suyo.

—¡Killua! —lo abrazó y dejó muchos besos en el desorientado rostro al momento que se agachó. —Sientáte… Debo decirte algo.

No piensa. Come absolutamente cada plato que se le preparó.

Gon lo observa satisfecho. En eso suelta la bomba.

—Vamos a tener otro hijo.

Amor recién horneado. | Killugon.Where stories live. Discover now