CAPÍTULO 3

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Manhattan es una ciudad muy grande donde tu primera vez te puedes sentir más pequeño gracias a los rascacielos a su alrededor.

El hipogrifo aterrizó en la punta del Empire State esa noche, lo cual Hermione agradeció.

—Lo ves, te dije que estarías bien.

La mirada que le lanzó no era nada amable.

En la recepción, el guardia se sorprendió de que el ascensor se abriera y salieran dos turistas, ya que habían cerrado hace más de una hora.

—Linda noche—lo saludó Jared.

Salieron por la calle, eran cerca de las 2 de la mañana y aún así la gente actuaba como si fueran las dos de la tarde, había autos en la calle, personas caminando y tomando fotografías o comiendo en los restaurantes.

—¿Tienes hambre?—Jared dejó sola a su compañera.

Se acercó a un carrito y compró un hot-dog.

—¿Quieres?—le preguntó con la boca llena.

No lucía nada apetitoso, sin embargo, pasó mucho tiempo desde que probó algo, por lo que terminó aceptando y se manchó la cara de condimentos con la primera mordida que dio; la combinación de sabores le costó un poco, pero acabó disfrutándolo.

—Bien, ahora, ese Magnus debe de estar en algún lugar que...

Le llamó la atención ver a dos chicas muy bellas sonriendo y caminando, Hermione también las notó, en especial por esa aura mágica que despedían.

—Vamos—dijo Jared.

Se acercaron con cuidado y él las abordó:

—Ah... hola, chicas... eh, este... ah... ¿dónde es la fiesta?

—En la casa de Magnus—respondió una—. ¿Por qué?, ¿Nos quieres acompañar?

Con un toque coqueto, pusieron su mano sobre el pecho del muchacho y lo miraron con un encanto intimidante.

—Sí, queremos ir—Hermione intervino tomándolo por el antebrazo.

Las chicas los guiaron hacia un oscuro callejón que parecía de todo, menos una fiesta, sin embargo, una de ellas tamborileó los dedos en los ladrillos de la pared y estos se convirtieron en una cortina de seda que atravesaron; luego de intercambiar una mirada, pasaron a una fiesta con música, bebidas y un ambiente tan relajado que era posible olvidarse que eso se trataba de un asunto de negocios.

—Bien, ¿quién es Magnus?—preguntó Hermione.

—¿Qué?

El estruendo no les permitía escuchar ni sus pensamientos.

Se abrieron paso entre la multitud, aunque acabaron arrastrados por un grupo de personas que los llevaron hasta la brillante pista de baile donde entre el ajetreo y la confusión se perdieron, era muy complicado avanzar mientras un montón de chicos sin control se dejaban llevar por esos ritmos.

Tropezaron a los pies de un hombre alto y elegante, con unos negros ojos rasgados.

—Cuidado, me arruinan los zapatos.

Los sacudió con una servilleta.

—¿Magnus Bane?

—Depende quien pregunte—respondió.

—Hermione Grange, soy una bruja y vengo a...

El brujo levantó la mano pidiendo silencio y les pidió que lo siguieran hacia unas escaleras y acabaron en una habitación más privada, aunque también algo incomoda.

LOS ELEGIDOS: LA BÚSQUEDA DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora