0 2 5

174 15 0
                                    

Después de una reveladora conversación llena de promesas de cambio, Cedric y tn se despidieron con un nuevo entendimiento mutuo. El silencio de la noche acompañó a tn mientras Cedric, cuidadoso y atento, la acompañaba hasta la entrada de los comunes de Slytherin. La adrenalina del momento y la conversación que habían tenido parecieron crear un pequeño mundo aparte, donde los horarios y reglas de Hogwarts desaparecieron momentáneamente.

Sin embargo, la realidad aguardaba a tn cuando cruzó el umbral de su propia casa. Las reglas no escritas entre amigos y compañeros de casa sobre privacidad y espacio personal eran generalmente respetadas entre los Slytherins, haciendo de la escena que la esperaba en su habitación una sorprendente violación de esa norma.

Pansy Parkinson, su compañera de cuarto, estaba recluida en su cama, envuelta en sus propias preocupaciones, sin ningún comportamiento inusual. Sin embargo, lo inusual fue encontrar a Mattheo Riddle, como un niño disfrazado, recostado despreocupado en la cama de tn, con un cigarrillo entre los dedos y el humo serpenteando en el aire en perezosos remolinos.

La reacción de tn fue inmediata e intensa.—¡Mattheo! ¿Qué crees que estás haciendo?.—exclamó, su voz con una mezcla de incredulidad e irritación. El olor a cigarrillo, un olor penetrante y persistente, ya empezaba a impregnar los tejidos, prometiendo un recuerdo olfativo no deseado de aquella invasión.

Mattheo, aparentemente imperturbable, le dirigió a tn una mirada tranquila, casi desafiante.—Ah, tn, no seas tan dramática. Solo estaba disfrutando de la tranquilidad de tu habitación.—dijo, con una calma que sólo sirvió para aumentar la frustración de tn.

—¿Tranquilidad? ¿Con el olor a cigarrillo impregnando todo? Ya te dije que no fumaras aquí.—tn estaba furiosa, no sólo por la invasión de su espacio personal sino por la falta de respeto.—Pansy, ¿no vas a decir nada?.

Pansy, hasta entonces una observadora silenciosa, se acurrucó un poco más en la cama.—Ah, tn, él sólo quería un lugar donde quedarse... Y tú no estabas aquí.—trató de explicar, pero sus palabras sonaron más como una excusa poco convincente que como una justificación válida.

—Draco decidió... bueno, tendrá compañía esta noche en nuestra habitación y me echó.—Mattheo explicó.

tn miró a Mattheo, sorprendido por su franqueza y la situación misma. Conocía bien las costumbres de Draco, pero no esperaba que Mattheo recurriera a ella, especialmente después del desacuerdo de la noche anterior.

—¿Y qué quieres? ¿Dormir aquí?.—Preguntó tn, incrédulo pero no completamente insensible a su situación.

—No fumaré más, lo prometo.—añadió rápidamente, con una leve sonrisa tratando de romper la tensión.

—Está bien, pero sólo por esta noche.—consintió tn, con la voz llena de desgana y una regla tácita de buen comportamiento.—Y vete a dormir al suelo. Voy a buscar unas mantas.

Mattheo dejó escapar un suspiro de alivio.—Gracias, tn, te prometo que no te arrepentirás.

Mientras tn buscaba mantas y almohadas adicionales para hacer una cama improvisada en el suelo, Mattheo se sentó tímidamente en el borde de la cama, intercambiando miradas inseguras con Pansy. La atmósfera en la habitación era extrañamente tranquila, considerando la inusual situación.

Pansy, siempre dispuesta a escuchar chismes o dramas, rompió el silencio.—Entonces, ¿con quién está Draco esta vez?.—preguntó, con una chispa de picardía en sus ojos.

Mattheo se encogió de hombros, claramente no quería alimentar los rumores.—No lo sé, no pregunté. Sólo sé que tenía que irme.

Con una cama improvisada en el suelo, tn le ofreció a Mattheo un lugar para descansar.—Aquí tienes. Intenta no hacer ningún ruido, ¿de acuerdo?.

Mattheo se sentó en el suelo y expresó su gratitud asintiendo.—Gracias, tn. Eres una verdadera amiga.

Las luces se apagaron y la habitación se llenó de silencio. La situación, aunque improbable, se había resuelto de la mejor manera posible dadas las circunstancias.

Pansy, cuya curiosidad nunca pareció descansar, rompió el silencio que se había instalado suavemente sobre ellos.

—¿Dónde estabas de todos modos?.—La insistencia en su voz era tan palpable como la incomodidad de Mattheo en el suelo.

—Cállate y duerme, Pansy, estoy muerta...—La respuesta de tn fue un murmullo cansado, marcado por un agotamiento que iba mucho más allá de lo físico, un agotamiento por días de tensión y misterios sin resolver. La noche pedía descanso, un momento de paz frente a las incesantes oleadas de acontecimientos que habían sido la norma en las últimas semanas.

La respuesta de tn sirvió como un hechizo silenciador, pacificando momentáneamente la insaciable curiosidad de Pansy. Pero la tranquilidad fue una visitante rara y breve esa noche. El sonido de las mantas moviéndose, preludio de una decisión audaz, llenó de nuevo la habitación. Mattheo, impulsado por la incómoda posición en el suelo y tal vez un toque de su notoria arrogancia, decidió que el frío y duro suelo no era digno de un Riddle.

Con una "mala cara" que tn conocía bien, una expresión que mezclaba descaro y encanto de una manera que sólo Mattheo podía, abrió la cama y se acostó junto a ella.

—Mucho mejor.—susurró, con un alivio manifiesto en su voz, como si finalmente hubiera encontrado un poco de consuelo en un mundo que insistía en negarlo.

tn, ya al borde del sueño, sintió la invasión de su espacio personal como una descarga eléctrica de la realidad, un recordatorio de que, en Hogwarts, los planes rara vez seguían el curso esperado.

—Te juro que algún día te mataré, Riddle.—murmuró ella, medio enojada, medio resignada a lo absurdo de la situación. No era la primera vez que Mattheo ponía a prueba los límites de la paciencia de tn, y ciertamente no sería la última. Pero en algún lugar, en lo profundo de su cansancio, sabía que las amenazas de muerte entre ellos llevaban el peso de un afecto frustrado, una extraña y retorcida forma de amistad que sólo ellos podían entender.

Y así, contra todas las expectativas, la habitación finalmente se llenó del silencio de la verdadera oscuridad, un silencio que permitía descansar. Los tres, unidos por circunstancias inusuales y vínculos complicados, se quedaron dormidos, cada uno perdido en sus propios pensamientos y sueños. Esa noche, Hogwarts albergaba más que misterios y magia; albergaba la complejidad de las relaciones humanas, forjadas y probadas dentro de sus oscuros y antiguos muros.

GHOSTFACE | THEODORE NOTTWhere stories live. Discover now