Cuarta parte

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Beacon Hills

—Eli, esto es lo mejor para ti, créeme. —Stiles dice cuando están a punto de llegar a Beacon Hills en el Jeep. Eli no ha querido hablarle durante los dos días que dura el viaje de un estado a otro, lo que lentamente está comiendo vivo a Stiles. —Vamos, háblame. —pide mientras las calles se vuelven recuerdos de su adolescencia, estacionando frente a su casa cuando llegan allí. —¿Por favor?

—No tengo nada que decir. —Eli, con una expresión de disgusto con el sello Hale impreso en ella, sale del auto directo a la casa, pasando al sheriff cuando esté aparece por la puerta una vez les escuchó llegar.

—¿Sigue molesto? —Jhon le pregunta a Stiles, quien se acerca con una mueca decaída.

—Así es. —Stiles abraza a su padre, mencionando cuanto lo extrañaba aunque prácticamente evitaba ir hasta allí. A su padre no le importaba mucho, mientras se mantuviera en contacto.

Entrando en casa, Stiles suspira la nostalgia que le causa. De repente a vuelto a ser un niño de quince años que llega de la escuela luego de un largo día.

—¿Cuántos días te quedaras? —Jhon pasa a un lado de su hijo, dándole una larga mirada de nostalgia. La última vez que vió a Stiles aún estaba en Quantico. ¿Tanto tiempo había pasado? Se sentía que sólo se había ido hace poco.

—Unos tres días a lo máximo. —el menor de los Stilinski sólo había ido a entregar a Eli, quien se quedaría con su padre a partir de ahora. El sheriff era lo más cercano a una familia que tenía allí en Beacon Hills. Estaba Malia, pero ella... era sólo un gran no. Peter había vuelto a desaparecer y Cora tenía su propia vida aunque quisiera a Eli como cualquier familiar. —¿Estás seguro de hacer esto?

—Por supuesto. —Jhon asiente con una sonrisa. —No estoy tan viejo para cuidar de otro adolescente. —asegura. —Además, conozco a Eli desde que Derek apareció con él. —no podía abandonar al chico.

—Gracias, papá.

—¿Ordeno algo para almorzar?

—Pide algo para ustedes. —Stiles le sonríe a su padre antes de caminar a la puerta. —Debo ir a un lugar, quizás llegue tarde.

—Está bien. —Jhon no necesitaba preguntar a dónde iba a ir su hijo, con la mirada que le dió lo supo de inmediato. Con un gran suspiro, acepta que nunca entendió a esos dos.

...

Por otro lado, en la antigua habitación de Stiles que ahora sería suya, Eli se sienta en la orilla de la cama. El lugar aún mantenía todas las cosas de su anterior dueño, desde una pizarra abandonada en una esquina hasta los libros en el estante o las fotos en las paredes.

La habitación está llena de polvo, pero aún tiene la esencia de Stiles. Y, si presta atención, Eli incluso cree que puede sentir a su padre. Aquello era una pesadilla. Estar allí le hacía sentir tan mal, estar allí le restregaba en la cara que su padre estaba muerto. Le hubiera gustado seguir ignorando eso, mantenerse al lado de Stiles,  pero ni siquiera él le quería a su lado. Ahora estaba oficialmente solo, aunque no fuera justo con el sheriff.

Escuchado el Jeep encenderse, Eli se apresura a la ventana, observando como Stiles conduce de vuelta a la calle y se aleja.  De repente Eli siente un pánico enorme que le sube por el cuerpo hasta hacerse un nudo en su garganta. ¡Stiles se estaba yendo!

Corriendo escaleras abajo sin pensar, tropieza con el sheriff, quien iba a preguntarle qué quería de comer.

—Chico, cuidado.

—¿A dónde fue Stiles? —Eli toma a Jhon por los brazos, dándole una mirada tan desesperada que sorprende al hombre y le preocupa.

—Tranquilo, Stiles volverá más tarde. —el adulto dice, lo que visiblemente calma al adolescente.

Stiles le había dicho que Eli se había apegado mucho a él, ahora lo entendía.

—¿Quieres almorzar algo en especial? —Jhon pregunta palmeando el hombro del chico, quien luego de verse aliviado, ahora parece triste.

—Sólo quiero que Stiles regrese. —es todo lo que Eli dice antes de regresar a la habitación.

—Esto es más grande de lo que imaginé.

¿Es que acaso tenía alguna clase de maldición o algo que hacía a los Hale encariñarse con él?

[...]

Stiles estaciona el Jeep en el cementerio con un sabor agridulce en su boca cuando pasa entre las lápidas, haciendo una parada en la de su madre antes de seguir su camino hasta el terreno familiar de los Hale.

Se detiene cuando llega a la tumba más fresca, aquella en la que se lee en la lápida "Derek Hale".

Aunque está allí, no puede creerlo. Simplemente no puede.

Ocultando sus manos en los bolsillos de su chaqueta, Stiles se queda allí sin poder decir nada, sólo observando mientras los recuerdos pasan como una película en su cabeza. Y sus ojos comienzan a picar por las lágrimas, pensando en Derek, sólo en él y las miles de situaciones en las que estuvieron envueltos, las miles de veces que simplemente compartieron miradas o palabras, en las miles de veces que su corazón fue terco y se aferró a la idea de que estaba enamorado de él. Las miles de veces que se pudo haber confesado, hacer algo, pero tuvo miedo. ¿Alguna vez hubiera tenido una oportunidad? Bueno, nunca conseguiría una respuesta.

[...]

Cuando Stiles regresa a casa, es demasiado tarde por la noche, pero puede ver a Eli asomado por la ventana de su habitación hasta que estaciona el Jeep y sale de él. Le da una mirada, pero de inmediato el adolescente corre la cortina y apaga la luz. Seguía molesto con él, pero ¿qué quería Eli que hiciera? No podía cuidarlo, no podía modificar toda su vida por él, no estaba capacitado para eso, no era lo correcto. Eli estaría bien allí, no en Washington con alguien que no podría cuidarlo como se debe, no pensaba dejar su trabajo, algo por lo que tanto se había esforzado.

Entrando en casa, Stiles sólo logra quitarse la chaqueta antes de caer en el viejo sofá de la sala. Demonios, su padre debía cambiarlo. Se quedaría otro día, quería saludar a Scott, ver a Allison quien había regresado de la mismísima muerte milagrosamente y asegurarse de que Eli al menos lo perdonara. No quería volver a marcharse de Beacon Hills sintiendo que dejaba algo sin solucionar.

Intentando dormir, Stiles piensa en Derek, en Scott, en él mismo hace tantos años. Y de repente, sueña con el bosque.

Sentimientos encontrados [sterek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora