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Era un día típico en la comisaría, pero para James Gordón cada momento que pasaba junto a Gustabo García era una montaña rusa de emociones. La jornada había empezado con el usual intercambio de miradas y saludos tímidos de parte de James, y vaya su suerte pues le tocaba patrullar con él Inspector Jefe.

Pero James sabía que hoy no podía ser un día más. Hoy era el día en que reuniría el valor para hablar con Gustabo, para decirle todo lo que sentía.

Después del incidente con Filadelfo, la tensión era palpable. James había pasado la mañana evitando demasiados encuentros directos con Gustabo, era un poco difícil al patrullar con él pero aún así, temiendo que su rostro delatara sus sentimientos después de lo sucedido. Sin embargo, el destino parecía tener otros planes.

Durante el almuerzo, James se encontró solo en la sala de descanso, era raro que él tmara uno l estaba en la sala de archivos o patrullando pero ese día estaba reflexionando sobre sus próximos pasos, cuando de repente la puerta se abrió. Era Gustabo, quien entró con su pequeña bolsita de comida, buscando un lugar donde sentarse. Al ver a James solo, no dudó en acercarse.

—¿Puedo sentarme aquí? —preguntó Gustabo, señalando la silla frente a James.

—Claro, por supuesto. Pero mira, El inspector Jefe está tomando un descanso, quien lo diría—respondió James, intentando disimular su nerviosismo.

Gustabo quien portaba una camisa amarilla pastel, dio una carcajada y se acomodo sus gafas.

—Hombre, lo mismo digo Gordon, ya los necesitabamos ¿A qué si?— Gordon solo rio y se quito sus gafas.

El almuerzo transcurrió entre charlas sobre casos recientes y la cotidianidad de la comisaría. Sin embargo, para James, cada palabra y cada risa compartida con Gustabo solo aumentaban su ansiedad por la conversación que necesitaba tener.

Finalmente, tras recoger los platos y dirigirse hacia la salida, Gustabo se detuvo y miró a James de manera directa, como si hubiera estado leyendo sus pensamientos todo este tiempo.

—James, parece que tienes algo en mente. Que te conozco perraco. Siempre te he considerado no solo un colega sino un amigo. ¿Hay algo de lo que quieras hablar? —Gustabo tenía una expresión de desinterés, pero en el fondo edtaba preocupes por su amigo

James sintió como si el mundo se detuviera en ese momento. El corazón le latía a mil por hora, pero sabía que este era el momento. Tomando una profunda respiración, decidió lanzarse al vacío.

—Gustabo, hay algo que necesito decirte. Esto va más allá de nuestra amistad. He intentado ignorarlo, pero... —James hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. Me gustas, Gustabo. Más de lo que debería, considerando que somos colegas. Se que es raro, pero... Dame una oportunidad....

Hubo un silencio que a James le pareció eterno. Gustabo lo miró, sorprendido al principio, pero su expresión rápidamente cambió a una de comprensión y, sorprendentemente, de afecto. Internamente Gustabo estaba enamorado de ese Torpe subinspector

—Gordon, me honra que sientas eso por mí. Y no voy a mentirte, he notado la manera en que me miras. Ese día en los casilleros, entendí lo que Filadelfo quiso decir. —Solto una pequeña carcajada— Me alegra que hayas tenido el valor de decírmelo. —Gustabo se acercó y puso su mano sobre la de James con algo de timidez—. Yo también he sentido algo por ti, algo más que amistad. Pero tenía miedo de arruinar lo que ya teníamos. Aparte de que pues.... Cómo sabrás, serías mi primera pareja. Dios, es raro pero se que valdrá la pena.

James no podía creer lo que estaba escuchando. La confesión de Gustabo era más de lo que había esperado. Se sentía como si un enorme peso se hubiera levantado de sus hombros.

—¿Entonces esto significa que...? —James dejó la pregunta en el aire, temeroso de asumir demasiado rápido.

—Sí, James. Esto significa que me gustaría intentarlo contigo. Pero con cautela, sabes cómo es el ambiente aquí. No quiero que ninguno de los dos termine lastimado o en una situación incómoda en el trabajo. Y con el tema de el calavera.... lo mejor es... por el momento mantenernos ocultos. —Gustabo apretó ligeramente la mano de James.

Acordaron ir despacio y ver cómo se desarrollaban las cosas fuera del trabajo, conscientes de los desafíos que enfrentarían. Sin embargo, en ese momento, ambos se sintieron increíblemente afortunados de haber encontrado algo tan especial en el lugar menos esperado.

El resto del día pasó en un susurro de emociones contenidas y miradas furtivas. James y Gustabo sabían que el camino adelante no sería fácil, pero estaban dispuestos a enfrentar lo que viniera, juntos.

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Ni modo, pa q Poco dejo solo a mi niño, tocó sufrir 💔

Rosa Palo! // Gortabo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora