Después de una acalorada discusión con su amigo Ron, Hermione busca un lugar tranquilo para reflexionar y se retira a la Sala de los Menesteres. Allí, mientras se contempla en un antiguo espejo de marco dorado, Hermione desea algo que cambiara todo...
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–El espejo–
Hermione estaba harta de todo, acababa de empezar su quinto año y ya todo iba mal
Los Slytherin no la dejaban ni comer en paz y sobretodo Malfoy, siempre burlandose de todo lo que hacia.
Y con sus amigos las cosas no iban para nada bien.
Harry, estaba demasiodo ocupado para prestarle atencion ademas de siempre darle la razón a Ron por ser su primer amigo, idiota.
Ron era un imbecil siempre que se le daba la gana, hoy tuvieron una pelea y eso desato su furia tanto asi que exploto todos los vasos a su alrededor y le grito un monton de cosas que ahora no quiere ni recordar. Y esa era una de las razones por las que huia, ya que Snape queria acastigarla por romper los vasos y explotar en el gran comedor.
Así que caminaba por los pasillos solitarios de Hogwarts solo pensaba en que le gustaría estar sola por lo menos un rato, antes d evolver a su slaa comun y tener otra dicusion con Ron.
Ante ella noto como la pared fue cambiando hasta que se convirtió en una gran puerta sorprendiendola.
Hermionw seguía asombrada mirando la puerta cuando escucho unas voces que reconoció a una de estas como la de Draco Malfoy.
–Lo que me faltaba–susurro la castaña abriendo la puerta y escondiéndose en aquella habitación.
Cuando Hermione entro pudo ver como un candelabro encendió sus velas podiendo ver un poco más de aquella estancia
Era una sala pequeña con un escritorio antiguo, con lapices, pergaminos, plumas y una taza de te, sin embargo había un libro abierto con un espejo sobre este.
Hermione dejó su bolso en el suelo sentándose en la silla del escritorio y mirando el extraño espejo con bordes dorados.
No se escuchaba absolutamente nada, ni un solo ruido y eso le encantaba a Hermione.
