única parte

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Un nuevo día empezaba en las calles de Bangkok, los adultos salían de sus casas para apresurarse a llegar al trabajo y dejar a sus niños en la escuela.

Gemini con su uniforme ordenado y su mochila colgando de uno de sus hombros, caminaba tranquilamente por la acera. Ese día había decidido caminar hacia la escuela, negando rotundamente que su padre lo acompañara en auto.

Una cabellera negra y un suave aroma a flores le hizo pensar que aquello quizás fue una muy mala idea.

— Hola lindo, buenos días. —escuchó a su lado y no dudó en voltear alejándose un poco. —¿Qué? ¿Acaso tengo algo en la cara para que me mires así?

— ¿Por qué tus labios están tan rosados? —preguntó con desagrado.

El chico lo miró con el ceño fruncido para después soltar una leve risa. Este era Fourth Nattawat, su tonto y jodidamente coqueto compañero de clases.

— Eres un mal educado, ni siquiera me respondiste el saludo. —murmuró formando un pequeño puchero en sus labios, el cual no duró mucho cuando el músculo de su boca lamió en medio de sus belfos. —Para responder a tu pregunta, mi hermana cree que soy una de sus muñecas de prueba y usa todo su maquillaje en mí. Pero no me quejo, me veo lindo, ¿no crees?

Gemini bufó ignorando completamente al menor –por algunos meses–, quién traía el pelo desordenada, la camisa por fuera y prácticamente su mochila siendo arrastrada en el suelo. El chico simplemente sonrió coqueto y sin previo aviso, entrelazó su brazo con el del mayor empezando a caminar juntos, el más alto suspiró y sin más lo dejó ser.

Solo bastaron unos minutos más para llegar a su dichosa escuela, Gemini rápidamente se movió posicionándose frente a frente con el menor sorprendiendo a este en el proceso.

— Limpiate la cara. —soltó sin mucho rodeo haciendo que Fourth abriera su boca para responder, sin embargo, lo interrumpió. —Si no quieres tener otro castigo y que seas llamado marica por el sacerdote y las monjas, será mejor que te limpies el rostro y arregles tu uniforme.

— ¿Te preocupas por mí? —preguntó con su estúpida sonrisa de lado.

Gemini rodó los ojos ante aquello. —No soy homofóbico y odio mucho cuando las personas usan la violencia como manera de disciplina. Pero, ahí tú sí eres un masoquista que le gusta estar en el patio frente a todos los estudiantes mientras el Padre intenta hacer una muy mala imitación de los hombres azotando a Jesús mientras lleva la cruz.

Fourth lamió sus labios recordando las innumerables marcas de azotes que tiene en su espalda gracias a aquellos castigos que solían darle por actuar como una niña. Rápidamente y bajo la mirada un poco molesta del mayor, sacó un pañuelo de su mochila y se dedicó a limpiar su rostro hasta que no quedara ni un poco de maquillaje, metió su camisa dentro de sus pantalones y acomodó su mochila.

Estuvo a punto de empezar a caminar pero una mano en su brazo lo detuvo, Norawit lo miraba con los labios fruncidos antes de mover su mano hasta su cabello, peinando sus hebras con ayuda de sus dedos.

Aquel acto fue directamente hasta su corazón, y para que mentir, hasta su ingle también.

Tener a Gemini Norawit frente a él, con una expresión de total concentración mientras arregla su cabello no era de más para hacerlo sentir horriblemente excitado.

Era eso o la manera en que le ordenó quitarse el maquillaje.

-

Bostezo por quinta vez en la mañana.

Los lunes eran los peores días para él, contando que debía volver otra vez a su aburrida escuela y a escuchar como el sacerdote daba el mismo discurso al empezar la semana.

dulce tentación | geminifourthWhere stories live. Discover now